Nuestra amiga
GINEBRA BLONDE desde su blog
SERENDIPIA nos propone un nuevo reto para este mes de mayo. Se tratará de desarrollar alguna fuga, ya sea personal, real o novelesca.
Para ello, habrá que elegir una o varias de las pinturas de Lisa Lach-Nielsen, que nos propone como siempre para inspirarnos en cada uno de los temas que sugieren los títulos, introduciéndolos, asimismo, en nuestro texto o poema.
AQUÍ puedes encontrar el resto de imágenes y relatos
participantes.
"RECUERDOS FUGADOS"
Ilustración: Lisa Lach-Nielsen
Cumplidos los quince no quería seguir
estudiando, aquel curso fue un verdadero desastre. No estaba centrada, quizá
nunca lo estuve pero en aquellos momentos aun menos. Mis padres habían
fallecido en un aparatoso accidente de tráfico, y me quedé a vivir en casa de
mi abuela. Todo me daba igual y permanecer allí encerrada entre aquellas cuatro
paredes recordándome a ellos cada objeto y rincón a cada instante, me estaba
volviendo loca.
Al acabar las clases, la hermana de mi
abuela, que vivía en Estados Unidos me hizo una propuesta. Si quería ir con
ellos, a pasar el verano, ganarme un dinero cuidando a los gemelos de sus
vecinos, aprender inglés y ver mundo, me esperaban encantados. Para disgusto de
mi abuela, acepté su oferta y me fui sin dudarlo, a la aventura americada, como
ella decía, mientras se despedía de mi en el aeropuerto.
Me marché con poco equipaje: ropa de verano,
un par de libros, y algunos objetos de mis padres, que guardaba siempre conmigo.
La funda de las gafas de mi padre y un ramito de flores secas que me había
regalado en mi último cumpleaños juntos. De mi madre conservaba una cajita de
madera con algunas de sus pinturas y perfumes y un pequeño estuche de
terciopelo rojo que contenía las alianzas de ambos, recuperadas del día de su
accidente.
Pero al finalizar aquel verano no regresé,
porque Anna, la hermana de mi abuela, me preguntó si quería volver o quedarme
una temporada más con ellos, y me pareció una idea estupenda. Les había tomando
cariño a los gemelos y podría mejorar aun más mi inglés e intentar continuar
mis estudios allí sin problemas.
Estuve varios años más viviendo en casa de la
tía Anna y en mi dieciocho y veinticinco cumpleaños recibí la visita sorpresa de
mi abuela. Nunca imaginé que aquella mujer que nunca había salido de su pueblo,
se decidiera a tomar un avión y venir por fin a ver a su hermana al otro lado
del mundo, con la excusa de venir a visitarme. Me hizo mucha ilusión.
Con los años conocí a mi actual pareja y nos
fuimos a vivir un año más tarde al mismo vecindario, unas calles más abajo de
donde vivía la tía Anna. El me preguntó si deseaba que fueramos de vacaciones a
mi tierra algún verano y así podría presentarle al resto de mi familia, pero
nunca tuve necesidad, o quizá siempre busqué alguna excusa para no hacerlo.
Pero ahora era diferente. Un mes atrás
recibí la llamada de una prima mia para decirme que mi abuela había fallecido y
sin pensarlo, compré un billete en el primer avión que encontré para regresar a
casa y poderme despedir de ella de alguna forma, aunque ya fuera tarde.
Al entrar al velatorio y verla allí
durmiendo tan relajada y plácidamente me deshice en lloros y me asaltó la culpa.
Por no haber regresado con ella, como quizá siempre quiso pero nunca se atrevió
a pedírmelo, y así acompañarla durante los últimos años que le quedaban.
Y mientras le daba vueltas a aquellos
pensamientos dolorosos, a mi espalda oí una voz que me dejó helada, y un aroma
dulzón que reconocí enseguida y que sin saber porqué me produjo naúseas. Me
giré despacio y temerosa de comprobar que se trataba efectivamente del hijo
menor de mi abuela y al que mi memoria había desterrado para siempre.
Tuvo el atrevimiento de acercarse a mi y sin
esperarlo ni darle yo pie a ello, me besó en la mejilla, quizá demasiado cerca
de los labios, y me abrazó con fuerza, también excesiva para mi gusto, mientras
ese perfume, analizado de nuevo por mi olfato, explotó en mi cabeza en forma de
recuerdo.
Reviví aquel otro abrazo lejano, que quedó
borrado en mi memoria como un gesto de compasión hacia mi, y de pronto se
convirtió en otra cosa. Algo complicado de explicar para mi ahora y mucho más
difícil de aceptar. Me vino a la mente como algo sucio, que debía ser
escondido. Avergonzante, por el simple hecho de pensar en la posibilidad de que
en realidad fuera así como yo lo recordaba ahora, nítido. Con todos aquellos
matices que con los años y debido a mi juventud e inocencia no supe captar entonces,
aunque algo en mi, en el fondo de mi consciencia sabía que no eran limpios, puros
ni sinceros.
Aquel olvidado abrazo que me aprisionaba con
fuerza y aquel perfume fuerte que me mareaba, mientras notaba que las puntas de
sus dedos se metian sutilmente por mi cintura, entre el principio de mi falda y
el final de mi blusa, intentando llegar a mi piel. Y mientras sus labios
pegados a mi oreja, soltaban su desagradable aliento y susurraban en mi oído
aquellas pegasosas y arrastradas palabras: “yo cuidaré de ti, no tengas miedo”. Temerosa estuve durante meses en la casa de
la abuela, de no quedarme de nuevo a solas con él. No podía imaginar de lo que
sería capaz, aunque su turbia mirada podía darme alguna pista de ello.
En el tanatorio, antes de dejarle seguir hablando, mis labios
esbozaron una tenue sonrisa, quizá por los nervios o por mi improvisada determinación.
Y al pasar por su lado y dirigirme fuera donde se encontraba el resto de su
familia, fue cuando vi el terror en sus ojos, como si supiera exactamente lo
que por fin estaba dispuesta a hacer.
AQUÍ puedes encontrar el resto de imágenes y relatos participantes.
Hace unas semanas, mis amigos del grupo literario “
EL VICI SOLITARI” han estrenado su sección “
REFUGI POÉTIC” para los amantes de la poesía. Si a tí también te gusta, cada semana puedes encontrar un nuevo poema
AQUÍ.