Para el próximo reto, nuestra compañera DAFNE desde su Blog SINEDIE, nos propone, después de cuatro años desde su primer anfitrionazgo de retos jueveros, la siguiente propuesta.
Crear un relato, poema o reflexión que gire en torno a una persona favorita, puede ser personal o ficticio.
Una persona favorita es aquella que ocupa la mayor parte de nuestro corazón, la que nos alegra el alma simplemente al pensar en ella. Aunque esa persona no esté a nuestro lado, de alguna manera está presente. Su mirada, su voz, su risa, hay elementos que la convierten en una persona irreemplazable. Y ciertas experiencias vividas con ella, únicas y personales la hacen aún más especial.
AQUÍ podréis encontrar el resto de relatos participantes.
"PINTANDO CANAS"
Imagen: Pixabay
La tía Esperanza, hermana de mi abuela, usaba una crema para cuidarse el cabello, que dejaba un ligero tono azulado a sus canas. Siempre decía que el pelo canoso amarillento era de cochinas. En su defensa debo decir que su ignorancia no le dejaba entender que no todo el mundo tenía su misma suerte al tener ese blanco nuclear del que tanto presumía ella, cuando crían canas. No vivió lo suficiente para descubrir que las canas de alguna de sus hijas y sobrinas eran tirando a amarillentas, con lo que ella las odiaba.
¡Sin duda era mi tía favorita, era tan presumida! Me encantaba verla llegar entusiasmada con sus compras: zapatos y bolsos a juego, foulares, perfumes, cremas y un producto especial, para hidratar y fortalecer el cabello, evitando la caída, su principal obsesión.
Al preguntarle yo por ese producto, me había dicho que se trataba de un “crecepelo” y yo siendo una niña, y deseosa de conseguir una larga y bonita melena, le pedí ponérmelo en alguna ocasión. Al ser muy caro y pensando ella que yo no haría buen uso derrochándolo, me dijo que solo era para cabellos blancos y que, si te lo ponías en pelo de otro color, se convertirían en canas en poco tiempo.
Yo hice ver que creía sus palabras, aunque pensé que me decía una mentirijilla para que no tocara sus cosas. Alguna vez que iba a su casa me colaba en su habitación y a escondidas, mojaba mis manos con algunas gotas de aquel misterioso potingue y me ponía también un poco de su colonia para que no detectara el escandaloso aroma de hierbas que dejaba el mágico elixir. Nunca pude asegurar que efectivamente hiciera crecer el pelo a un ritmo más rápido de lo habitual.
No sé si mi tía era algo brujilla, o simplemente tenía razón, pero hace poco he pasado de la treintena y me acuerdo mucho de sus palabras. Empiezo a tener canas, para mi gusto precozmente, y aumentan de forma exponencial, sin que pueda hacer nada por evitarlo.