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participantes.
EL FUMADOR
Cada
vez que salgo a tender la ropa, abro la ventana y al mirar hacia abajo, sin
duda sé que allí lo encontraré, como cada día, sentado en el banco, fumando. Es
como si lo echaran de casa cada mañana, con la excusa de fregar o hacer las
tareas domésticas y les molestara. Y allí lo ves pasar las horas, con un
cigarro detrás de otro. Se levanta y camina, a paso lento de un lado a otro de
la calle, luego regresa y vuelve a sentarse, enciende otro cigarrillo y vuelta
a empezar. Siempre va calzado con unas sandalias y calcetines, sea verano o
invierno. Y curiosamente también suele llevar manga larga, sea diciembre o
pleno agosto, es muy peculiar. En verano con toda la solana del mediodía, en la
calle solo lo encontrarás a él y a alguna cigarra solitaria.
Suelo moverme
bastante por el barrio, y os puedo asegurar que nunca me lo he encontrado en
otro lugar que no sea el banco de enfrente de su portal. Parece como si su
pequeño mundo acabara en la esquina de casa, sentado en la calle todo el día,
observándolo todo y a todos. Me consta que es extranjero ya que no suele hablar
con sus vecinos. Cuando entran o salen del portal, siempre le dan los buenos
días o le dan conversación. Él solo se limita a saludarles levantando la mano o
con una tímida sonrisa, y asintiendo a sus comentarios sin retirar su mirada
del suelo y sin dejar oír su voz.
La
semana pasada me empecé a preocupar por él, ya que no estaba en su banco ni por
la mañana cuando tendí la colada, ni por la tarde cuando salí a recogerla. Los
días que fui a hacer recados tampoco lo ví por la calle. Mirando la tele una
noche me quedé de piedra al ver su fotografía en las noticias. Informaban
acerca de la desaparición hacía ya unos meses de un aclamado escritor de origen
iraní, y enseguida lo reconocí. Me quedé alucinada de su historia, de cómo
había podido huir de su país tras ser perseguido por sus escritos polémicos y comprometidos
con su gente, “peligrosos” según decía su gobierno.
Esta mañana he salido a tender la ropa y al verle sentado de nuevo en su banco, he respirado tranquila. No he podido evitar mirarlo de forma diferente. Me ha dado por pensar si todos nosotros, los vecinos con los que se cruza, mientras nos observa desde su banco, seremos personajes de alguna de sus historias que espero siga escribiendo, igual que él lo es ahora de la mía.
Ser personajes de una historia. E incorporar personas a las propias historias, como personajes. Interesante.
ResponEliminaUn abrazo.
Al final todos somos personajes en las historias de otros, no crees? Un abrazo!
EliminaPersonajes perdidos, que ya no saben a dónde pertenecen.
ResponEliminaBesos.
Imagino que cualquiera que se vea perseguido en su país y tenga que huir a otro lugar debe sentirse como perdido, al menos hasta que encuentre su lugar! Un besote!
EliminaMe parece que lo echan de casa por fumar. Los fumadores son los nuevos parias. Vigila que no se te caiga la jaula del pajaro en su cabeza.
ResponEliminaEs curioso como cambia la forma de pensar sobre alguien, cuando conoces la historia. Al fin y al cabo, sigue siendo el fumador
Abrazo, smiga
Te marcó mucho el relato de la casita de los pajaros, eh? No lo olvidas! Ja ja! Efectivamente sigue siendo el fumador, pero al saber más de él deja menos margen a la imaginación! Un abrazote, amigo!
EliminaNos has contado una historia dentro de otra.
ResponEliminaTu primer pensamiento es muy loable, se baja al banco a fumar y así deja la casa libre . Pero fíjate como cambia cuando descubres su procedencia y el porqué de ella.
Un besote grande.
Observando podemos imaginar cosas muy distintas a la realidad! Si llegamos a conocerla finalmente, nos damos cuenta de lo erradas que eran nuestras suposiciones! Un besazo Campirela!
Elimina¡Hola, Marifelita! Cada persona, cuando escarbas en ella un poquito, es un universo. Las etiquetas y prejuicios son para nuestra comodidad, para no tener que ensuciarnos en el barro de sentarnos al lado de esas personas sin techo y preguntarles cómo están. Estupendo relato! Un abrazo!
ResponEliminaSi, imagino que siempre es más fácil observar desde la distancia. Las etiquetas nos hacen la vida más sencilla, desgraciadamente! Un abrazo David!
Elimina¡¡Hoooola!! encantada MARIFELITA, te acabo de ver asomándote a mi blog, me he pasado a saludarte y me he sorprendido con esta preciosa historia de tu vecino el solitario y fumador empedernido, escritor Iraní ...hay tantísima gente desperdigada por el mundo huyendo de la guerra y la tragedia que se vive en muchos países, que deberíamos sentirnos afortunadísimos de vivir con cierta seguridad y tranquilidad en el nuestro ( mientras a Putin no le de por mandarnos un pepinazo del los suyos, claro! ; )
ResponEliminaBueno, un placer! que sepas que ya estás bajo mi árbol, me gusta lo que leo por aquí ; )
Mil gracias y otro abrazo de vuelta para ti!
Gracias María! Si que deberíamos sentirnos afortunados al compararnos con tantos que viven estas tragedias, pero nos cuesta mucho empatizar con los demás cuando nuestras realidades son tan distintas! Un abrazo!
EliminaMe interesó la historia y conmovió el personaje. Pero no logré descifrar la pareja de vocablos, supongo que será banco?
ResponEliminaEn realidad eran cigarro y cigarra! Aunque podrían ser también voz y vez... Pero vaya, veo que no lo dejé demasiado explícito, como el resto de relatos! Ja, ja! un abrazo!
EliminaJajajaja, El relato conmueve y está muy bueno, con esa historia de vida y refugio del fumador iraní, pero a mí me pasó lo mismo que a Mónica y como me había quedado pensando, se me cruzó algo en el camino, me distraje, y olvidé ponerte el comentario. Menos mal que revisé. Besos
ResponEliminaVolví a leer el relato. Ahora que lo digiste, sí, vi la cigarra. Claro, recalcado en negrita se ve más jaja. Pero bueno, había que estar atento a la lectura (yo había prestado más atención a ese peculiar personaje tan bien descrito y la cigatra se me habïa volado😉). Más besos.
ResponEliminaLa cigarra estaba algo oculta, je je! Olvidé destacar la pareja de palabras! Lo anoto para el próximo reto! Gracias Myriam! Un besote!
EliminaMuy bonita tu historia, además me ha hecho pensar que todos somos o hemos sido alguna vez personajes de alguna historieta de nuestros amigos, vecinos o familiares.
ResponEliminaBesos.
Las personas de nuestro entorno más cercano pueden ser la fuente de inspiración de muchas historias. Gracias Tracy! Un besote!
EliminaQué bien te ha quedado el cuento del vecino escritor con su cigarro y la cigarra de fondo. Y coincido totalmente con quien comentó que todos somos personajes: siendo de la propia historia nuestra formamos parte de la historia de los vecinos etc. Graciaspor participar y un gran abrazo
ResponEliminaGracias Dorotea por proponernos este peculiar reto! La verdad es que compartimos historias cada día con infinidad de personas, y ni siquiera nos damos cuenta, si no nos detenemos a escribirlas y compartirlas con los demás, verdad? Un abrazo!
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