Esta semana, la anfitriona de nuestro “Reto Juevero” será
INMA, y su propuesta aprovechando que nos acercamos al otoño, y éste se ha
tomado siempre como un sinónimo del final de la juventud, nos invita a escribir
sobre ese camino que nos lleva al invierno de la vida, que no es otro que
envejecer.
Aquí podréis encontrar el resto de relatos
participantes en este nuevo reto.
LA RESIDENTE
Esta mañana ha entrado una desconocida en mi habitación, me ha
obligado a levantarme e ir hasta la ducha donde me ha ayudado a bañarme, como
si yo no pudiera hacerlo sola. Una vez vestida y peinada, me ha acompañado al
comedor para desayunar. Allí, unas mujeres de mi edad me han dicho que siempre
suele ser igual: lunes tostadas, martes bollos, miércoles bizcocho, jueves
galletas…, y no me acuerdo que más dijeron.
Después de una ración de pastillas para cada una, hemos
pasado un ratito haciendo crucigramas, sopas de letras y coloreando dibujos hasta que, al mediodía, nos han llamado para hacer un poco de ejercicio. Solo unos
cuantos estiramientos, suficientes para despertarnos el apetito.
Después de comer ese zafarrancho soso y aburrido que se han
atrevido a llamar comida, me entró modorra, y como no me dejaron regresar a mi
habitación para estirarme, me conformé con sentarme en unas incómodas butacas
en la sala de televisión e intentar echar una cabezadita. La película en blanco
y negro que han puesto no ha ayudado a mantenerme despierta, aunque muchas
caras me eran familiares, no he conseguido acordarme del nombre de los actores.
Mis vecinas de butaca aseguran que la repiten mil veces, pero para mí ha sido como
un estreno.
La tarde ha sido lo mejor del día, porque me dijeron que
recibiría visitas. No es que venga demasiada gente a verme, pero es que no
conozco a nadie de los que vienen. Para no parecer desagradecida o que se me ha
ido la cabeza, intento mostrar interés por ellos y por lo que me explican,
aunque sean unos totales desconocidos para mí. ¿Qué sentido encontrarán a ir a
visitar a una anciana a esta prisión? Quizá piensen que están haciendo una
buena obra. Hoy me han regalado unos bombones y un perfume que casualmente es
mi preferido, me ha encantado.
Antes de acostarme, ha entrado a mi habitación un joven a darme unas pastillas y un masaje en mis viejas y cansadas piernas. Se ha interesado por mí, me ha sorprendido su amabilidad, y le he correspondido dándole conversación. Mientras masajeaba mi piel, arrugada, seca y llena de varices, ese contacto cercano me ha hecho pensar si se repetirá mañana de nuevo, y podremos conocernos un poco mejor. Porque aquí cada día me parece igual, pero nunca consigo coincidir con nadie dos veces seguidas.
Muy bien planteado la narración en presente, haciendo referencia a que es lo unico que conoce. Tambien me ha gustado los fallos de memoria de los menus,por ejemplo metiendote en su punto de vista. Cada dia es nuevo (eso tambien queda muy detallado sl principio donde nos haces pensar que es el primer dia de residencia, pero al final, te fas cuenta wue igual lleva años ahi.
ResponEliminaBesosss, Mrife
Para ella todos los días son el primero, aunque he querido dejar al final su duda, en el sentido de que en ocasiones, si su mente está más clara, sospecha que algo no va bien! Besotes!
EliminaQue bien has descrito un dia en una residencia , y esa anciana con su pérdida de memoria , Muy lindo triste , pero es una realidad. Un placer. Besotes.
ResponEliminaSi, Campirela! Es una realidad muy triste, tanto la pérdida de la memoria en la vejez, como estar ingresado en una residencia, lejos de los tuyos. Saludos!
EliminaDentro de lo malo, daría la impresión que lo pasa bien. Yo he visto lugares en los que los residentes no tienen nada de eso. Un relato crudamente real. Un abrazo
ResponEliminaImagino que habrá muchos tipos de residencias y de residentes también. Los que estén más conscientes de su realidad imagino que lo pasarán peor, que los que la memoria les falla, aunque tendrán también otras razones para sentirse tristes. Un abrazo!
EliminaEs la tristeza del individuo mayor aparcado en una residencia.
ResponEliminaDa igual un día que otro, caer en unas rutinas que no interesan, recibiendo esporádicamente visitas de quienes ya no cuentan con el aparcado.
Muy triste.
Imagino que cualquier persona que acabe ingresada en una residencia, tiene razones de sobra para sentir tristeza, entre otras muchas emociones. En esta sociedad nuestra que se mueve tan rápido, la vejez y la enfermedad no pueden seguirle el ritmo. Si que es triste, si. Un saludo!
EliminaUn día nuevo que se repite de forma constante, me ha gustado el ritmo que le has puesto, también que no sienta angustia, solo desconocimiento.
ResponEliminaTriste, eso sí, un abrazo
He intentado ponerme en esa situación, como de entrar en un bucle continuo! No sé si será algo parecido pero en cualquier caso visto desde fuera es angustioso, quizá no tanto para el que la memoria le abandonó. Un abrazo!
EliminaMe imagino que han de ser situaciones muy delicadas y dolorosas, vivirlas de cerca! Animos y gracias por compartirlo! Besos!
EliminaMuy bueno ese enfoque, la mayoría de las cosas que leemos al respecto son tristes, tú lo hiciste en un tono más digerible, sin quitarle la importancia que tiene claro. Abrazo.
ResponEliminaPensé en hacerlo desde el punto de vista de la ignorancia del que lo padece, sin miedos pero con muchas dudas. Un abrazo!
EliminaHola Tiffany! Encantada de que me leas! Por supuesto visitaré tu blog! Saludos!
ResponEliminaUna realidad la que nos muestras, pero contada con amabilidad y desde el respeto y el cariño, eso ayuda a que no duela tanto. Un placer leeerte. Un abrazo.
ResponEliminaConocer la vejez y saber de ella antes de que nos llegue, nos tendria que ayudar a encajarla mejor, verdad? Un abrazo!
EliminaMe ha gustado mucho tu forma de hacernos llegar y es cierto hay muchas residencias, unas que son admirables, por hacerles recuperar autonomía, tener momentos bonitos y otras que son dolorosas, hay quien lo ve como una prisión si está sumida en soledad y según el lugar, la rutina la dejadez de algunas dejan esa visión.
ResponEliminaPor desgracia las que son como hoteles, aun no en tanto lujo ... con sus baños de aguas para relajarlos, gimnasios, personal atento, con jardines enormes, alguna que sé por quien está allí y se van a vivir allí, porque se sienten mejor que solos en casa.
Un Abrazo y asi es la vida, nadie sabe como ni como ni donde acabará.
Imagino que ha de ser muy diferente que uno escoja por si mismo que lo hagan los demás por ti. La vejez es una etapa de la vida dificil de asimilar y si la salud física y mental no acompaña, aun más! Tendremos que irnos mentalizando! Un abrazo!
EliminaHas descrito al dedillo la vida en una residencia, mejor aún te has puesto dentro de una anciana residente. Duro pero con pequeños toques de humor, me ha encantado. Gracias por sumarte, besos
ResponEliminaGracias por invitarnos al reto con este peliagudo pero interesante tema! Si, hasta en los peores momentos hay que intentar sacarle una chispa a la vida! Besos!
Eliminaque tristeza mas desoladora.... que soledad mas sola. ¿para que vivir tanto?... solo para los otros que no te dejan ir.
ResponEliminaLa gran aspiración humana que siempre ha sido la inmortalidad y ganarle terreno al tiempo, y es verdad, le da a uno por reflexionar a que precio! Saludos!
EliminaAl menos pondrían poner películas musicales en color.
ResponEliminaVerdad que si? Para darles un poco de vidilla, no? Saludos!
EliminaAy, pobrecita. Para ella es como vivir el día de la marmota, pero sin acordarse realmente de lo que ha hecho. Muy bien narrado, Marifelita.
ResponEliminaUn besazo juevero
Si, un ciclo sin final que por suerte para ella no puede recordar. De poder hacerlo seria desquiciante! Un beso!
EliminaQué bien lo has construido de forma que te has quedado conmigo porque en un principio pensé que era nueva en la residencia, pero al final he comprendido el problema con los detallitos que nos has ido dejando.
ResponEliminaPobre...
Veo que he conseguido el efecto deseado! Ja ja! Un abrazo Tracy!
Eliminael dia de la marmota, la repetición constante con la incapacidad de romper se ciclo. Por un lado puede ser lo mejor cuando no se tiene conciencia plena que ese será el lugar que salgas para no retornar. Un abrazo
ResponEliminaSi, ese ciclo sin fin inquieta, el consuelo es que no sean conscientes. Pero si por un casual tuvieran algun momento de lucidez, ha de ser terrible darse cuenta! Un abrazo!
EliminaEsa imagen no es nueva para mí...Creo que se repite en cada residencia de ancianos y cuando entro en la de mi pueblo, esa protagonista puede ser cualquier mujer mayor...
ResponEliminaUn saludo
Efectivamente, el relato desgraciadamente puede ser una situación común y la protagonista puede estar en muchas residencias de ancianos. Saludos!
EliminaAdemás de la música, dicen que los perfumes pueden milagrosos a la hora de rescatar las emociones del pasado. Me ha encantado ese detalle.
ResponEliminaUn abrazo.
Si que es verdad, cuando la memoria nos juega malas pasadas, una música o sonido o voz, un olor o un sabor puede venir acompañado de un recuerdo! Por suerte los sentidos sí tiene memoria! Un abrazo!
EliminaMe ha encantado como lo has enfocado. Pero qué triste es llegar a esa situación. Aunque creo que al final más o menos es donde iremos a parar. De mayores a una residencia o en la soledad de la casa. Siempre solos. Y ya con olvidos. Es triste llegar a mayor, pero más triste es no llegar.
ResponEliminaAndo sin tiempo, por eso no he podido venir antes a leer esta entrada, Marifelita, mil perdones, preciosa.
Ha sido un placer estar de nuevo en tu casita.
Que tengas un feliz mes de Octubre.
Besos enormes.
Gracias Maria! Pues es triste pensar en ello, sí! Por eso hay que vivir cada día disfrutando todo lo que se pueda, para cuando se nos olvide, que nos quiten lo bailao! Ja, ja! Besos!
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