Cada jueves, un relato: Tema: ¿Y si…? – “COLORES”

Para el reto juevero de esta semana nuestra compañera MAG desde su Blog nos propone escribir un relato a partir de distintas posibilidades y suposiciones:

· ¿Y si existiera un dispositivo o elixir que nos permitiese experimentar los recuerdos de otras personas?

· ¿Y si despertásemos un día con la habilidad de ver las emociones de las personas como colores brillantes a su alrededor?

· ¿Y si hubiera un jardín secreto donde cada planta tuviera un poder mágico?

· ¿Y si nos levantáramos un día con la capacidad de hablar con los animales?

· ¿Y si localizásemos un portal dimensional escondido en nuestro armario similar al que conduce a Narnia que nos llevara a un lugar totalmente desconocido?

· ¿Y si encontráramos una máquina del tiempo que nos permitiera revivir un día del pasado?

Yo he sido incapaz de decidirme por una sola, y he combinado varias de ellas en un mismo relato.

AQUÍ podréis encontrar el resto de relatos participantes.

"COLORES"

Aquella tarde me escondí en el armario del cuarto de mis hermanos pequeños, escapando de las inminentes represalias y daños colaterales que podían caerme tras la violenta discusión de mis padres.

Dentro del armario oía sus gritos atenuados y al intentar acomodarme mejor entre los juguetes de los niños, noté como el suelo se agrietaba, hundiéndose bajo mis pies.

Dolorida por el golpe tras una larguísima caída, miré a mi alrededor sorprendida al haber aterrizado en un hermoso y colorido jardín. Al ponerme de pie, un árbol se dirigió a mí con voz ronca y sabia, y me explicó que podía escoger entre una de las plantas mágicas del jardín y pedirle un deseo.

Entusiasmada al mismo tiempo que algo asustada y desconfiada, decidí escoger una curiosa planta negra que me evitaría el dolor. Nada más pronunciar aquellas palabras, regresé a mi realidad al viejo sofá de casa. Enseguida detecté que mi padre ya no estaba y mi madre canturreaba feliz mientras tomaba un baño.

Todo me había parecido un sueño, pero nada más salir a la calle al día siguiente me di cuenta que se me había concedido mi deseo. Al mismo tiempo como contrapartida, me habían regalado un extraño don, aunque todavía no estaba segura si más bien se trataba de una maldición.

Al cruzarme con cualquier persona en el camino podía distinguir sobre sus cabezas una especie de colorida aura que me indicaba, como días más tarde pude comprobar, las emociones de cada persona en ese momento.

Así el color amarillo representaba la ira, el verde resultó ser la envidia, el rojo significaba pasión mientras que el rosa era la felicidad, el azul aparecía con la melancolía y el gris con una profunda tristeza, el marrón auguraba preocupaciones y en cambio el naranja era una gran sensación de libertad. El color negro reflejaba el sufrimiento y el dolor, del que yo tanto quería huir.

El precio por librarme de mi propio dolor lo pagué gustosa, ya que este don me daba la posibilidad de saber que sentían las personas a mi alrededor y así poderles socorrer si precisaban de mi ayuda. Porque los sentimientos son en ocasiones traicioneros y nos hacen sus esclavos, no dejándonos compartirlos con nadie más.