dimecres, 11 de desembre del 2024

Nuevo Proyecto: Relatos de los nuestros - Historias familiares y otras batallitas - " La bicicleta"

Hoy es el cumpleaños de una amiga y he querido aprovechar la fecha señalada para hacerle este pequeño regalo de cumpleaños.

Estuvimos charlando hace unas semanas sobre un nuevo proyecto que tengo en mente, de recopilar relatos de nuestros familiares, aquellas “batallitas” como llamamos de forma simpática a aquellas historias que nos explican nuestros padres, abuelos y que hemos oído cientos de veces, pero que en pocas ocasiones les damos la importancia que tienen.

Todas ellas de un valor incalculable, sobre todo cuando los narradores ya no están entre nosotros, y por ello creo que es importante hacerles un merecido homenaje a todos ellos por lo vivido y por lo excepcionales que son, y recopilar sus historias en un libro para el disfrute de ellos mismos y de todos los demás.

Así que aquí va una de las historias familiares que me contó en su día, espero que le guste y haber sabido captar la esencia de su relato.

¡Gracias por tu relato, un abrazote y feliz día amiga!

"LA BICICLETA"

Imagen: Pixabay


Paco, mi hermano pequeño, era el muchacho más guapo del pueblo, con sus diecinueve años recién cumplidos, las mozas suspiraban por él al verlo pasar. Muchas decían que de haber nacido en la capital y no en aquel pueblo habría podido ser sin duda un galán de cine. Todo lo que tenía de guapo, también lo tenía de travieso, y sin saber aún hoy en día cómo ocurrió todo, quizá debido a alguna apuesta envalentonada con sus amigos, cayó a un pozo. El día de su funeral estaba envuelto en un sudario, que no dejaba ver aquel bello rostro suyo, por el que suspiraban las muchachas en el pueblo. Así de desfigurado quedó el pobre en la caída.

Por las noches, al irnos a dormir, tras los primeros ronquidos de Juan, yo notaba una presencia a los pies de la cama, como si alguien se sentara suavemente en ella y se quedara allí vigilante, pendiente de mi sueño. La primera noche no le di importancia, aunque se repetía esa misma sensación cada noche. Finalmente, vencida por el cansancio y los nervios se lo acabé explicando a mi marido, que intentó quitarle importancia, debido a mi delicada situación tras la muerte de mi hermano.

Pasé muchas noches en vela. Aquella extraña presencia a los pies de mi cama, no me dejaba dormir con sus visitas nocturnas, y me mantenía inquieta recordándolo durante el día. Me vino a la mente aquello que decía siempre mi abuela, que los difuntos nos rondan siempre tras su muerte hasta que liquidaban sus asuntos pendientes. Entonces decidí averiguar si aquella suposición mía era real o pura imaginación.

Decidí recorrer el pueblo, en distintos negocios que sabía que Paco frecuentaba, como la cantina, el panadero, el sastre, pero todos me confirmaron que mi hermano no había dejado nada pendiente de recoger, llevar o pagar. Cuando ya no me quedaba ningún comercio al que preguntar pasé casualmente por la tienda de bicicletas. El señor Aurelio al verme salió de su taller y aprovechó para darme el pésame. Estuvimos un rato charlando y cuando ya me despedía para marcharme se me ocurrió preguntarle si por casualidad mi hermano le había pedido algún arreglo o reparación de su vieja bicicleta. Me confesó que el mes anterior tuvo un pinchazo en una de las ruedas, y que mi hermano le llevo la bicicleta para arreglar, aunque se lo dejó a deber para el mes siguiente. Enseguida se apresuró a aclarar que, por supuesto, no era necesario pagar la deuda, que para él ya había quedado saldada. Yo insistí al señor Aurelio, que en cuanto me fuera posible volvería a su taller a pagarle la reparación. La semana siguiente, en cuanto cobré el jornal, separé el dinero y se lo llevé a Don Aurelio que ante su negativa inicial finalmente conseguí que lo aceptara.

Aquella tarde regresé a casa, subida en la vieja bicicleta de mi hermano, y pasé por el pozo. No pude evitar que se me erizara el bello de la nuca mientras me asaltaba un enorme nubarrón de tristeza. Al anochecer estaba nerviosa. Por un lado, impaciente por meterme en la cama y comprobar que aquella creencia absurda se cumpliera. Por otro, temía que esa sensación nocturna desapareciera por siempre y ya no quedara finalmente nada de mi hermano a lo que aferrarme.

Y la noche llegó y después la madrugada y fue la última vez que noté su presencia, quiero pensar que a modo de despedida. Su deuda pendiente ya estaba saldada.



dijous, 5 de desembre del 2024

Concurso Diciembre - Tintero de Oro – Homenaje a John Le Carré y "El jardinero fiel" - "La teoría del hijo único"

Para acabar el año, nuestros amigos de "EL TINTERO DE ORO" para este mes de diciembre, nos proponen el siguiente reto:

Como homenaje a John Le Carré y su novela “El jardinero fiel”, escribiremos un relato que no supere las 900 palabras y en el que un personaje, sea principal o secundario, desenmascare una trama corrupta llevada por un estamento. Puede ser una gran multinacional, un organismo gubernamental o cualquier institución que se nos ocurra.

AQUI podreis encontrar el resto de relatos participantes:

"LA TEORÍA DEL HIJO ÚNICO"

Imagen: Pixabay


Aquel viernes, al salir de quirófano tras practicar una cesárea, me sentí mareado, me entraron náuseas. En los años que llevaba de residente había perdido la cuenta de las que había realizado, todas con buenos resultados. Pero aquel día fue distinto. Aunque me asistió como siempre el Doctor Liebe, una eminencia en el campo, tras verlo actuar en quirófano, mis sospechas se hicieron realidad.

Nada más acabar la intervención, me dirigí a los vestuarios, me cambié deprisa y salí corriendo del edificio. En las escaleras de entrada al Hospital, me entró flojera en las piernas y tuve que sentarme en los escalones. Fue en ese momento cuando me faltó el aire, fui víctima de un ataque de ansiedad y empecé a llorar, desconsolado como un niño.
 
Mis manos temblorosas no atinaban ni a encenderme un cigarrillo. Al mirar al suelo vi reflejada la sombra alargada de alguien situado detrás de mí. Me quedé sin respiración al deducir que podría tratarse de él. Noté su presencia a mi lado y como se sentaba en el mismo escalón en el que yo estaba. Entonces empezó a hablar:

—Ciertas mentes pensantes e influyentes reflexionaban un día ocioso, sobre el mercado creciente y los recursos cada vez más escasos. Si seguía tal tendencia, los precios subirían y solo unos pocos podrían consumir la mayoría de la producción, por tanto, no era el escenario ideal, empresarialmente hablando. Pero, ¿y si el mercado se redujera aumentando también su poder adquisitivo? Todos comprarían de nuevo, por lo que la solución estaría en reducir el mercado global, ampliando el mercado potencial. Así se daría tiempo a recuperar ciertos recursos si es que hubiera vuelta atrás.

Alguien inspirado en antiguas prácticas del pasado en situaciones de superpoblación, recuperó la idea y pensó que sería acertado aplicarla a nivel mundial, pero con una pequeña diferencia: sería en secreto sin que la población fuera consciente de la ejecución de tan perverso plan.

Algunos dirigentes políticos estaban informados, del mismo modo que grandes gurús científicos y médicos. Entre todos ellos tomaron tan importante y drástica decisión.

Hacía años que millones de parejas veían frustrados sus deseos de tener un segundo hijo, y todo se achacaba a la contaminación, la mala alimentación y el estrés como culpables de la mala calidad del esperma y óvulos humanos. Por lo que todos llevaban años asumiendo que la caída de la natalidad era una realidad, así que cuando también afectó a otros continentes, históricamente con superpoblación, como Asia o África ya nadie se extrañó.

De lo que sí se dieron todos cuenta durante estas cuatro décadas que ya han pasado tras la puesta en práctica del experimento encubierto fue que, aunque la población se redujo a la cuarta parte, también lo han hecho la contaminación, el desempleo, la criminalidad, la enfermedad, la pobreza y la escasez de recursos. La orfandad ya es historia. Todo el mundo tiene acceso a buenos estudios, a cuidados médicos, a un trabajo digno y a disfrutar de una buena vida. ¿No crees que todo fue por una buena causa?

Con los ojos llenos de lágrimas y con un hilo de voz , casi inaudible, contesté:

—Pero profesor, ¿qué hay de la libre elección? De decidir cada uno sobre su propio cuerpo, como vivir su vida…

—Muchacho, cuando un problema es global y el ser humano es incapaz de responder positivamente de una forma individual a un dilema de estas proporciones, como es la supervivencia de nuestra especie y del planeta que nos envuelve, desgraciadamente la solución también pasa por ser global, y has podido comprobar que ha dado buenos resultados.

—Pero, ¿es que nadie tiene mala conciencia? ¿Ningún implicado en esta gran conspiración ha dado un paso al frente? ¿Ha confesado la traición que supone esta decisión? ¿Todos pueden dormir por las noches, acatando esta medida tan salvaje, sin rechistar?

—Verás, creo que todo médico al conocer esta práctica por primera vez ha reaccionado escandalizado, dolido, como lo has hecho tú hoy. Pero te ruego me escuches con atención. Esta noche al regresar a casa, date una ducha, cena e intenta descansar, aunque probablemente tu cabeza no te deje hacerlo. Tómate unos días de vacaciones, los necesitarás. Reflexiona sobre todo ello, de forma pausada, pensando cada una de las implicaciones que conlleva. Cuando estés sereno y hayas decidido realmente cual es tu postura al respecto, solo entonces, actúa. Pero no te precipites, hay mucho en juego.

Me puse en pie y bajé aquellas escaleras lentamente, con la firme idea de no volver a subirlas nunca más. Me fui a casa sintiéndome traicionado, me duché y me metí en la cama incapaz de probar bocado.
Estirado en la cama pensé en mi infancia feliz, como la de todos los hijos únicos de mi humilde entorno. En casa nunca sobró nada, pero tampoco faltó. Disfruté de las atenciones de mis padres y mis abuelos, y ellos de una larga vida plena y buena salud, hasta que decidieron unilateralmente según permitían nuestras leyes, despedirse de los suyos tan solo tomando una pastilla, ante un notario y su médico de confianza que se la suministraba.

Conquistamos decidir cuándo sería nuestra muerte, pero otros controlaban la vida. ¿Era justo? A cambio nos regalaban una vida sin sufrimiento, pero sin libertad. Aquella semana no dormí, pero cuando subí de nuevo las escaleras del hospital tuve claro cual sería mi misión en la vida. La que siempre fue.

AQUI podreis encontrar el resto de relatos participantes:






Nuevo Proyecto: Relatos de los nuestros - Historias familiares y otras batallitas - " La bicicleta"

Hoy es el cumpleaños de una amiga y he querido aprovechar la fecha señalada para hacerle este pequeño regalo de cumpleaños. Estuvimos charla...