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participantes.
"EL PISOTÓN"
Ángel se levantaba con el canto del gallo. Se lavaba la cara,
se vestía y bajaba a la cocina donde le esperaba su madre con el desayuno. Salía de casa bien abrigado y esperaba cada
mañana al hijo del cartero que pasaba en su vieja bicicleta y lo llevaba hasta
el embarcadero del pueblo vecino.
Allí cogía la barca
para pasar al otro lado de la bahía, y una vez en la otra orilla, corría hasta
la estación para tomar el tren hasta la capital, a ocho kilómetros de
distancia. Al llegar solo tendría que caminar unas calles y ya en la escuela le
esperaban varias horas de intensas clases.
Teresa, la mayor de siete hermanos ya había dejado la escuela
el año anterior. Ahora ayudaba a su madre con las tareas de la casa y con los hijos
más pequeños. Hacía las camas, daba el desayuno a sus hermanos, los llevaba a
la escuela e iba a los recados que le encargaban, mientras su madre regentaba la
bodega del pueblo.
Al mediodía llevaba a su padre, que trabajaba en el
pueblo vecino, la fiambrera con la comida recién hecha. Así que salía de casa
con prisas para no perder la barca que la pasaría al otro lado del rio para
llegar a la carpintería a tiempo. La esperaba siempre con una sonrisa,
impaciente por saber que comida le aguardaba. Una vez acababan de comer,
recogiendo con un mendrugo de pan hasta el último rastro del guiso, Teresa regresaba
a casa de nuevo en la barca.
Había días que coincidía con un niño que se sentaba al fondo.
Iba vestido de uniforme y con una cartera cargada de libros, parecía muy
pesada. Siempre iba tan cansado, que daba cabezazos durante el corto trayecto, por
lo visto con el vaivén de las corrientes le vencía el sueño.
Cuando el barquero anunciaba la llegada, el niño abría los ojos
sobresaltado y se bajaba corriendo de la barca, atropellando a todos los que
estaban a su paso.
Teresa siempre pensaba que vaya un mal educado, con las
prisas más de una vez le había dado un pisotón y ni siquiera se había girado
para disculparse.
Quien le iba a decir a Teresa que unos veranos más tarde, ese
mismo niño volvería a darle más de un pisotón en la pista de baile, en las ferias
de verano que se organizaban en los pueblos cercanos. Pero esos ya no le
importaron tanto.
En este caso, los pisotones se perdonan. Pero algunas clases de baile previas, se agradecerían.
ResponEliminaEs que no todo el mundo tiene el mismo don y gracia para el baile! Ja ja! Un abrazote!
EliminaEse pisotón actual del final de tu histoia, o comienzo de algo, tenía ese pasado. Quién lo iba a decir :-) Muy ingenioso y bien narrado.
ResponEliminaUn abrazo
Gracias amiga! A partir de esos pisotones adultos se pronostica una nueva historia! Un abrazote!
EliminaEn el caso que nos barras, ese pisotón fue el feliz inicio de un grato encuentro futuro. Lindo relato de un comienzo que, esperamos, haya sido feliz y trascendente. Un abrazo
ResponEliminaEs que hay personas que estan predestinadas a encontrarse y reencontrarse en la vida! Je je! Pisotones aparte! Un abrazote!
EliminaUna preciosa manera de demostrar como a veces en la vida nos cruzamos como caminos, y las experiencias son totalmente diversas.
ResponEliminaAbrazos.
Si, en ocasiones parece que alguien disponga de nosotros, como muñequitos en un tablero de juego! Y nos haga entrar y salir de las vidas de otros, como si fuera una caprichoso juego! Ja, ja! Un abrazote!
EliminaComenzó a sufrir los pisotones antes de hora... ¡Eran la práctica para los que le sobrevendrían al cabo de los años!
ResponEliminaSi, esto de los pisotones es un clásico en el baile, sobretodo de otros tiempos, cuando no se bailaba sueltos! Ja ja! Un abrazo!
EliminaEs que hay pisotones y pisotones... También está en el arte de quien los da y en el momento. Tu relato me ha parecido precioso. Gracias por sumarte, besos.
ResponEliminaY sobretodo la intención! Ja ja! Gracias Inma por tu propuesta! Un besote!
Eliminael pisotón en este caso es el nexo de algo más que compañeros de barca, valdrá para iniciar un baile que dure una nueva vida Un abrazo
ResponEliminaSi, les espera un largo baile! Un abrazote!
EliminaHe dado y me han dado pisotones en un baile, hasta tropezones. Y claro este pisoton en especial uno destinos. Que bello relato
ResponEliminaEs que algunos bailes pueden ser muy accidentados, pero algunos para bien, nos deparan gratas sorpresas! Ja, ja! Un abrazote Jose!
EliminaEste Angel tiene ganado el cielo! Ja, ja! La vida es caprichosa y juega con las casualidades y los reencuentros! Les deseamos a esta pareja de pisador y pisada, un largo y feliz baile juntos! Un abrazote amigo!
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