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"LA SEÑORA"
Siempre
tuvo todo lo que uno puede soñar. Era hija de una buena familia, que
residía en un palacete en el barrio gótico de la ciudad. Su padre hizo
fortuna, gracias a su instinto, sabiendo siempre donde
invertir su dinero, convirtiéndose en uno de los hombres más ricos de la península.
Cuando
faltaron sus padres se convirtió en la heredera universal de todos los negocios,
pero cometió el error de seguir las indicaciones del abogado de la
familia y su marido, supuestos magos de las finanzas y con los años su
fortuna fue menguando. Pero eso no le impidió disfrutar de la vida. Grandes
viajes alrededor del mundo y toda clase de lujos sin un mínimo gesto de
contención.
Al
morir su marido empezó a vender algunas propiedades: las acciones de su
empresa, un olivar en el sur del país que ni siquiera sabía de su
existencia, y una excelente colección de pinturas de arte oriental
de una gran delicadeza. Y aunque tenían una calidad excepcional y
un valor especial para ella, al hacerse efectiva la venta tan solo pudo
cobrar un mínimo de su valor real. La necesidad apretaba y debía
conseguir el dinero de forma inmediata.
Con
los años que vio obligada a despedir a algunos empleados, empezó por la
plantilla masculina, el chófer, y el vigilante de seguridad. Con los
meses también prescindió de la cocinera y el resto del servicio doméstico. Así
redujo sus gastos, pero no era suficiente, por lo que empezó a vender poco a
poco muebles, cuberterías de plata, vajillas de porcelana y sus últimas
joyas. Tan solo le quedaba su más preciada posesión, la casa familiar.
En más de una ocasión tuvo la tentación de venderla, y así poder vivir
al nivel que estaba habituada.
Ahora
ya es una mujer mayor. Con la casa completamente vacía y sentada
en una de las terrazas del ático, a medianoche, mientras
contempla las estrellas, su futuro se revela incierto. Se lleva a
la boca unas almendras y unas piezas de fruta como única cena. Su
universo se desmorona, y piensa durante cuanto tiempo más podrá
aparentar y mantener su secreto.
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Te aplaudo, muy bien, este relato con todas las palabras en su sitio con contundencia. Bravo. Besos.
ResponEliminaGracias Campirela! Me alegro que te haya gustado! Solo se me resistieron 4 palabras! Je je! Un besote!
EliminaMuy bien hiladas esas palabras! A veces en la abundancia uno no sabe cómo manejar las cosas, menos es más jaja Besos por ahí!
ResponEliminaExacto, hay personas que en la abundancia se pierden! Je je! Un abrazote!
EliminaTodo iba perfecto hasta que decidió mantenerlo en secreto. Me caía bien hasta ahí.
ResponEliminaCena frugal, así no engorda, gracias a ser pobre.
Muy bien encajadas las palabras; ninguna chirría, que es lo que suele pasar co los retos de incluir palabras.
Besazooo, amiga
Ha costado encajarlas, aunque alguna se resistió! Je je! Lo malo de los secretos es que luego uno no encuentra el momento para revelarlos! Un besote amigo!
EliminaMadre mía cómo terminó la señora, de ser rica, a tener que venderlo todo, parece mentira cómo la vida da tantas vueltas. Hoy estamos arriba, y mañana quién sabe, a dónde estaremos.
ResponEliminaMe ha encantado tu relato, vaya imaginación que has tenido para usar todas las palabras bien encajadas, Marifelita, te ha quedado genial.
Besos.
Sin duda, es todo un misterio lo que nos depara el futuro, así que más vale disfrutar de la vida pero teniendo también en cuenta un poquito el mañana! Me alegro que te haya gustado, todo un reto el de esta semana! Un besote María!
EliminaUn final abierto.
ResponEliminaUn declive económico y sólo por no ser lo suficientemente desconfiada.
Bien contado. Besos.