Esta semana nuestra amiga MAG, en su blog “La trastienda del pecado”, nos sugiere escribir acerca de esos olvidos que en ocasiones son inofensivos, y que en otras creemos que será un cataclismo momentáneo o supondrá una verdadera catástrofe.
Aquella
tienda de antigüedades me tenía fascinada y siempre que pasaba por delante
miraba su escaparate. Cada mes tenían el buen gusto de cambiarlo. No como otras,
que dejaban criar telarañas a las cuatro cosas que colocaban sin ningún tipo de
gracia. Se notaba que quien la regentaba le gustaba su trabajo, valoraba sus
preciados objetos y tenía interés en venderlos algún día. Aún y así, no era una
tienda demasiado transitada, siempre que miraba a través del cristal, estaba
vacía.
Me
encontraba en paro desde hacía unos meses, y me costó mucho decidirme a entrar
y ofrecerles mi currículum. Sabía que no cumplía el perfil para trabajar allí y
era posible que no necesitaran a nadie, pero igualmente decidí entregárselo. Otra
razón era que solo había entrado una vez antes, estuve largo rato mirando su
escaparate y luego decidí pasar adentro y ojear cada uno de sus estantes. Pasaron
las horas y no me di ni cuenta. El dependiente vino un par de veces a
preguntarme si buscaba algo en particular, pero me violentó porque sabía que
muy probablemente saldría de allí sin comprar nada. Educadamente le dije que
estaba buscando un regalo, pero aún no sabía el qué y seguí mirando. Finalmente
me despedí y salí de la tienda sin comprar nada. Después ya no me atreví a
entrar más, me daba vergüenza, por lo que seguí disfrutando de su escaparate.
El día
que llevé mi currículum di mil vueltas por los pasillos repletos de objetos curiosos
y me fijé en una máquina de escribir antigua, una “Underwood” preciosa. El
dependiente vio enseguida mi interés. Estuvimos un buen rato charlando sobre lo
excepcionales que eran, además de otras anécdotas de varios objetos en los que me
había visto fijarme antes.
Ese
día me fui a casa con mi “Underwood” bajo el brazo y muy satisfecha por mi
compra, pero al llegar a las escaleras del metro, me di cuenta que llevaba
todavía mi currículum en el bolso. Me dio mucha rabia, pero luego pensé que
había dado el primer paso. Había entrado, comprado algo y encima había tenido
una charla interesante con el dependiente. Quizá una próxima vez no me costaría
tanto volver a entrar y entonces le entregaría mi currículum. O incluso mejor,
podría seguir buscando alguna otra antigüedad para mi recién estrenada
colección.
Muy buen texto, pero una cosa, esa mujer en verdad lo que le gusta es confeccionar artículos antiguos y de buen gusto ajjaja.
ResponEliminaLa próxima vez el currículum lo primero y después ya se verá que pasa con el dependiere . Un besote .
Digamos que sus intenciones iniciales se fueron diluyendo por el camino! Es una mujer algo dispersa, ja, ja! Un besote!
EliminaEs una buena oportunidad para regresar y con el hielo roto, poder, no solo el currículum sino, entrar en más detalles.
ResponEliminaEl ambiente de la tienda lo has transmitido muy bien. Me he imaginado una escena de los años, 50 por ejemplo.
Miles de gracias por participar, Marifé.
Un beso enorme.
De ciertas situaciones inesperadas a veces surgen nuevas oportunidades! Como a la protagonista, me encanta el ambiente de las tiendas de antigüedades! Gracias por regalarnos este nuevo reto! Un besazo!
EliminaDe alguna manera esa tienda te atraía. Tenía un algo que te hacía regresar, a pesar de la timidez y el olvido de la entrega del currículum expresa quizás, un deseo inconsciente de volver a ella. Besos, Marifelita.
ResponEliminaHay lugares y personas que "enganchan", y no podemos evitar volver una y otra vez a ellos! Nos atrapan como un imán! Un besote!
EliminaConcentrarse en algo interesante, que no se esperaba encontrar, puede producir esas distracciones.
ResponEliminaPero parece solucionable.
Un abrazo.
Hola Marifelita, muy buen relato, no hay mal que por bien no venga, eso sí en la próxima visita primero el currículum y después ya a seguir la colección.
ResponEliminaUn abrazo.
Si! Hay que concentrarse en las obligaciones primero y luego ya en la devoción! Ja, ja! Un abrazo Dakota!
EliminaEsa tienda estaba predestinada. De una forma u otra, había que volver. Son lugares que atraen por esa atmósfera peculiar que nos mantiene fascinados, sobre todo por esos objetos que parecen tener vida propia… Como para no olvidarse…; pero había un vínculo especial, y seguro que acabaría trabajando allí…
ResponEliminaMuy bueno, querida amiga. Es muy sugerente…
Abrazo grande 💙
Como bien dices, cada objeto nos sugiera una historia y es cuando nuestra imaginación se dispara! Lugares especiales donde los haya! No me importaría acabar trabajando en una! Un abrazo!
EliminaEs un relato sin acabar. Ella se presenta al día siguiente con otro currículum, escrito con la underwood, y le explica al dueño que compró la maquina para escribir el currículum y entregarla uno personalizado para su trabajar en su tienda. En el currículum añadirá: "coleccionista de antigúedades"
ResponEliminaBesoo, coleccionistaderelatosentrañables
Es genial tu continuación para mi relato! Me parece perfecta, me la apunto! Y me ha encantado tu "coleccionistaderelatosentrañables"! Gracias amigo, un besazo!
EliminaHola, Marifelita. Se dice que lo urgente siempre te retrasa de lo importante. Tu personaje creo que no tiene ese problema, ante esa joya y esa conversación ¿quién se acuerda de dejar un currículum? Estupendo relato. Un abrazo!
ResponEliminaEn ese escenario perfecto, la protagonista se olvida de todo lo demás! Y es verdad, lo urgente y lo importante raras veces coinciden! Un abrazo!
EliminaBueno parece que hubo un cambio de intereses...un relato ameno y que me encanta. Besos.
ResponEliminaEn la vida a menudo cambian nuestros intereses por el camino, a veces por cuestión de azar y otras porque los perseguimos! Bienvenidos sean, en cualquier caso! Un besote!
EliminaBueno... un olvido que no trajo complicaciones. Todo lo contrario; fue más bien, afortunado.
ResponEliminaUn gusto, Marifelita.
Que tengas bonita tarde 🏞
Si, los olvidos no siempre tienen que ser malos, a veces pueden llevarnos a algo aún mejor! Un abrazo!
EliminaSuele pasar, los nervios cuando llevas algo muy bien planeado, te juegan una mala pasada y te dedicas a otras cosas menos planeadas y lo realmente importante te lo dejas por hacer.
ResponEliminaLa memoria y los nervios se alían en contra de la memoria.
Por muy planeado que llevemos algo, y muy organizados que seamos siempre puede surgir un olvido o despiste, que para bien o para mal, cambie nuestro destino! Un abrazo!
EliminaPues que por mucho que le atrajese ese lugar aquello no era lo suyo, quizás es máquina de escribir antigua fuera una llamada de auxilio de su inconsciente . Muy chulo el relato, con ganas de saber si realmente vuelve o no, pero lo dicho, tanta vuelta ...
ResponEliminaUn abrazo, Marifelita, y feliz fin de semana.
Quizá tengas razón Esther, y tuvo que entrar a la tienda para darse cuenta que lo suyo era escribir relatos con una vieja "Underwood"! Ja, ja! Un abrazo!
EliminaQué olvidadiza! Jejeje por suerte esa puerta ya fue abierta y bien puede volver a abrirse para solicitar el trabajo. Un abrazo
ResponEliminaMe temo que se abrió la caja de Pandora, en esa tienda se dejara un dinero que no tiene...Je, je! Toda una provocación! Un abrazo!
EliminaAhora ya hay confianza y puede volver a dejar el curricúlum. El dueño quizá se imagine que será una buena vendedora porque ha entendido lo que le gusta su recién encontrada afición. Quién sabe si ese despiste le haya traido el mejor cambio a su vida: Una pasión y un trabajo.
ResponEliminaMuy buen relato, me ha gustado mucho.
Un abrazo.
Gracias José! A veces los despistes nos pueden deparar sorpresas inesperadas! Hay que dejar algo de margen a la improvisación, en ocasiones pueden surgir grandes cosas! Un abrazo!
EliminaA lo mejor, era una señal, su vida no seria la de empleada, quizas se estuviera convirtiendo , o dando su primer paso para ser escritora
ResponEliminaQuizá su destino era tropezarse en el camino con la "Underwood", enamorarse de ella, llevársela a su casa e iniciar una bella historia de amor (literario)... Ja, ja! Quién sabe? Un abrazo!
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