Mousse , el Albino



MOUSSE, EL ALBINO

Desde siempre me he sentido muy especial. No solo por ser completamente blanco, sin tener ninguna manchita en mi pelaje, cosa nada habitual en mi especie, sino porque he tenido siempre la sensación de que viviría grandes cosas en la vida. Y creo que de momento no me puedo quejar.

Dicen que los albinos, sea de la especie que sea, no estamos demasiado bien adaptados al medio, y tenemos una esperanza de vida más corta que el resto.

Y es que lo que no sabe mucha gente es que los albinos tenemos gran cantidad de problemas. En mi caso uno de ellos es la sordera, no oigo absolutamente nada. Así que imaginaros, en la calle podría ser atropellado por un coche en cualquier momento. Pero mirad, eso de no oír nada se puede convertir en una bendición porque nunca me asustaré por oír petardos la noche de San Juan, o por los múltiples ruidos que provienen de la calle o incluso dentro de casa. No me molestan para nada. Ya se puede caer una olla al suelo, o romperse un vaso que yo, sigo con mi siesta sin problemas. Eso sí, como no me oigo, por lo visto cuando maúllo, que parece ser que lo hago muy a menudo porque soy muy hablador, lo hago a un volumen que mis amos consideran algo molesto.

Otro problemilla que solemos tener es que nuestra piel es muy delicada, y viviendo a la intemperie, el sol puede dañarnos seriamente, provocándonos heridas complicadas y muy dolorosas, difíciles de curar. La ventaja de vivir en casa con mis amos es que los rayos del sol no pueden hacerme daño.

Por suerte, me rescataron de la calle casi al nacer, y los primeros meses viví en una asociación que se dedicaba a rescatar gatos enfermos o heridos y buscarles familias que pudieran cuidarlos. Y como era bastante diferente al resto de gatitos del centro, enseguida encontraron una chica que se comprometió a cuidarme en su casa, hasta que saliera una familia que pudiera adoptarme para siempre, con todas mis complejidades que no son pocas. Solemos tener una salud muy delicada, y de momento soy joven y no puedo quejarme, pero llegará un día que empezaré a envejecer o enfermar, y alguien tendrá que estar muy pendiente de mí.

Por fin, llegó la familia que me escogió, pese a todas mis peculiaridades, para llevarme a su casa y cuidarme para siempre. Así que ya veis, aun con mi particular pelaje y todo lo que conlleva, he tenido suerte, porque he vivido poco tiempo en la calle y siempre han cuidado muy bien de mí, por lo que tengo que estar muy agradecido, con mi condición, no habría sobrevivido demasiado tiempo por mi cuenta.

Creo que me quedan muchas cosas por vivir junto a mi nueva familia. Así que ya os iré contando. De momento os puedo decir que juego mucho con Ariadna. Hacemos muy buenas migas, tanto, que a veces dormimos juntos la siesta, y acurrucado junto a su pequeño cuerpecito, noto un compás, un ritmo interior, como si fuera su corazoncito, o quizá sea el mío. En cualquier caso, me relaja mucho y me ayuda a sentirme acompañado y así con ese compás rítmico, empiezo un nuevo sueño.



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