Esta semana nuestra amiga MAG, desde su blog LA TRASTIENDA DEL PECADO se nos acerca con cierto sigilo para susurrarnos al oído, como si se tratara de una invocación, el tema propuesto para el reto Juevero de esta semana.
Imaginemos que nos levantamos una mañana, con cierta energía, incluso contentos. De pronto, camino a alguna parte, nos cruzamos con un espejo. El espejo es una representación paralela de la vida, donde todo parece idéntico perro está invertido. Es como ver desde el otro lado más con los propios ojos.
Nos vemos, nos miramos y algo no cuadra. ¿Nosotros? ¿El fondo a nuestra espalda? Todo es conocido, pero ¿hay algo real que no vemos en ese reflejo? O al contrario ¿sabemos que no está pero aparece reflejado? ¿El espejo es un reflejo de un infinito que no alcanzamos a comprender? ¿Evitamos mirarlo cuando no hay luz? ¿Tememos que la mente juegue con nuestros miedos y las sombras de la oscuridad? ¿Vemos los recuerdos de un pasado? ¿Estamos solos en nuestro reflejo?
Pues después de tantas interesantes opciones abiertas que nos deja nuestra amiga MAG, os dejo aquí mi propuesta:
"EL ÚLTIMO ESPEJO"
Imagen: Istock - Pixabay
En esta era estamos orgullosos de afirmar que nuestros antepasados conquistaron el tiempo y supieron moldearlo a su antojo.
Ahora nuestro reloj biológico es capaz de ir hacia adelante hasta cierta edad que marca cada organismo. Al llegar ese momento, el reloj se detiene para entonces retomar el camino de vuelta hacia atrás.
Ese punto de retorno es justo la mitad de nuestra vida, por lo que cada uno sabrá entonces de cuanto tiempo dispone exactamente. Es como si le dieras la vuelta a tu reloj de arena personal. Entonces nuestros cuerpos y mentes van rejuveneciendo día a día, ya nadie sufre enfermedades ni dolor debido a la vejez. Eso sí, nos toca revivir etapa por etapa de nuestras vidas, cosa que puede ser una gran oportunidad para rectificar lo que no nos dejó conformes la otra vez.
Al conseguir tamaña proeza, se decidió destruir todos los espejos del planeta. Se consideraron objetos peligrosos y oscuros que pertenecían a cultos antiguos. Tenerlos en casa o estar expuesto a ellos podía perturbar nuestra tranquilidad y paz interior.
Ahora podemos ver nuestros jóvenes reflejos en las ventanas al anochecer, en las aguas calmadas de un arroyo o en las pantallas de nuestros visores portátiles.
La semana pasada hice un gran descubrimiento en el despacho del Profesor Kuma. Al llegar a su segunda adolescencia, celebramos su jubilación y yo me instalé en su despacho del museo. Enseguida me llamó la atención uno de los cuadros de la pared, nunca lo había visto antes. Al acercarme vi que un extremo de la lámina estaba levantado y no pude evitar tirar de él y descubrir debajo lo que inmediatamente creí reconocer como un espejo prohibido.
Me aparté al instante de él, retrocediendo todo lo que pude y allí descubrí a alguien que me miraba desde el otro lado del marco, sin poder reconocerlo, ya que se trataba de un anciano.
Llevo varios días sin salir del despacho, porque aunque la imagen me horroriza también me tiene hipnotizado. No me permite alejarme de él. Nuestros antepasados tenían razón, al afirmar que son instrumentos de pura brujería, ya que siento que estoy totalmente atrapado por él y quiere contarme su verdad.
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