Pestañas

dimecres, 26 d’octubre del 2022

Cada jueves, un relato: Noche de ánimas - “ La dama oscura“

 

En el reto de esta semana, MAG nos propone como tema escribir un relato tradicional y costumbrista, una leyenda o cuento, una anécdota en forma de historia teniendo como base la noche de las ánimas, ya que se acerca el día de difuntos.

He rescatado un relato que ya tenía de hace un tiempo, en el que la protagonista lo es también de esta noche de ánimas tan tradicional para unos y tan celebrada para otros.


Aquí podréis encontrar el resto de relatos participantes en este nuevo reto.


LA DAMA OSCURA

Foto: Pixabay

Hoy salí pronto de casa. Sacudí de polvo mi viejo vestido negro, quería causar buena impresión. Esperaba hacer nuevos amigos, aunque era poco probable, por muy elegante y arreglada que vaya, y muy solemne que sea mi paso, nadie se percata de mi presencia. No me ven, es como si fuera invisible. Todos van caminando sin mirar a nadie, con prisas, preocupados por el tiempo, por no perderlo imagino. Y es que nunca se sabe.

Por la calle del mercado vi a una joven embarazada, y me quedé embobada mirando su enorme tripa. Tengo que confesar que, al pasar por su lado, cometí una travesura. Hice ver que tropezaba con ella y de una forma muy sutil, rocé con mi dedo meñique su puntiaguda barriga. Solo fue un segundo, pero ni se dio cuenta. Ni se giró a mirarme. Me dio mucha rabia, porque seguro que tenía una sonrisa preciosa, pero no quiso regalármela. Un día de estos tendrá una sorpresa, y no será grata me temo.

Cuando me enfado suelo dirigirme con paso rápido y firme a las afueras del pueblo, y paseo por los largos muros que rodean el hospital. Me paso tardes enteras dando vueltas por los alrededores y mirando quien entra y sale. Algunos por su propio pie, ya curados, o eso creen. Otros, ya sea por mi cercana presencia o porque ya no hay nada que hacer por ellos, ya no salen por la puerta principal. No me preocupo, estarán bien, en unos días me los encontraré por casa. Estoy convencida.

En la avenida principal crucé sin mirar un paso de cebra, con el semáforo en rojo, tengo la costumbre de no mirar, y esta vez el motorista que venía embalado, sí que me vio, porque frenó en seco y saltó por los aires. Con esa caída tan aparatosa y fea, no me extrañaría encontrármelo mañana en la iglesia.

Eso me hizo recordar que hacía días que no pasaba por allí, por lo que justo después subí la cuesta que lleva directa a la iglesia. Siempre siento un escalofrío al pasar por la puerta y oír las viejas campanas. Decidí entrar y sentarme un ratito en un banco y escuchar la misa del anciano y ya cansado cura. El pobre está muy mayor y algo delicado, cualquier día le digo si me acompaña de vuelta a casa.

Foto: Pixabay

dimarts, 18 d’octubre del 2022

Cada jueves, un relato: La inocencia de los niños - “Ladrona de almas“

 

En el reto de esta semana, Inma, en su blog, MOLI DEL CANYER nos propone como tema principal la inocencia de los niños. Y nos sugiere a partir de una pequeña recopilación de fotografías infantiles, escoger una de ellas que nos inspire para desarrollar nuestro relato. Consistirá en mirar desde dentro o desde fuera del protagonista y regresar a la infancia, mirando lo que ocurre ante nosotros con ojos de niño.

Aquí podréis encontrar el resto de relatos participantes en este nuevo reto.


LADRONA DE ALMAS



Esta semana ha sido muy divertida y diferente. Llegaron al poblado unos extranjeros en su ruidoso coche. Nada más llegar, Karim, que trabaja en una reserva natural cerca de aquí, salió a recibirlos y los alojó en una vieja cabaña vacía que pertenecía a su familia. Descargaron varias cajas, bolsas y maletas y pensé: “¿Qué llevarán ahí dentro?” Cuando viene alguien al poblado, suele ser al revés, que llegan sin nada y se marchan cargados con un buen equipaje.

A mis padres no les gusta que vengan hombres blancos, siempre piensan que causarán problemas, pero a mí, me encanta hablar con ellos y ver que cosas nuevas y curiosas traen. A veces si conocen nuestro idioma, nos cuentan sus aventuras. Yo de mayor quiero ser como ellos, viajar por el mundo a países lejanos y conocer mucha gente, como nos explican ellos que hacen.

Esta vez venían acompañados de una mujer altísima con un pelo anaranjado y brillante como una puesta de sol. Cuando ha salido de la cabaña, hemos ido todos a saludarla y ver si traía cosas para nosotros. A veces nos regalan golosinas, ropa, juguetes o lápices de colores y cuadernos. Pero ella traía algo mucho mejor.

Era una caja mágica por la que miraba a través de un agujerito y apuntando hacia nosotros apretaba un botoncito. Acto seguido, si mirábamos dentro podíamos vernos a todos allí encerrados. ¿No os parece increíble? Pues os aseguro que es verdad, lo he visto con mis propios ojos. Dentro de esa caja tiene guardados árboles, animales, flores, cabañas, atardeceres y muchas personas. Los niños del poblado estamos todos.

Mi abuelo, que es el chamán del pueblo, se ha enfadado mucho cuando se lo he contado. Dice que esa extranjera nos ha robado el alma con su misteriosa caja y que ahora tendrá que hacer un conjuro de protección para que todos podamos estar a salvo. Yo no creo que esa mujer sea peligrosa, ni su caja mágica tampoco. Ella también está dentro con sus amigos y familia. Dice que cuando está lejos de casa y los echa de menos, solo tiene que mirar dentro de la caja, y así la acompañan siempre allá donde vaya.




dissabte, 15 d’octubre del 2022

Concurso "El Tintero de Oro" - " El sobrino"

Para celebrar hoy el "Día de la mujer escritora", comparto mi participación al Concurso de EL TINTERO DE ORO, del mes de Octubre. La propuesta es escribir un relato basado en una historia de amor con trabas o prejuicios sociales.



Aquí podreis encontrar el resto de relatos participantes, todos fantásticos y muy variados! ¡Suerte a todos!

EL SOBRINO


Lo vi por primera vez en el parque, era verano y llevaba unos simples pantalones cortos y unas sandalias. Mientras en algún móvil sonaba una música alegre y pegadiza, él aun estando sentado, bailaba al ritmo de la canción. Tendría unos veinte años, parecía desnutrido y sin lugar a donde ir. Pasaron unos días y coincidí en un par de ocasiones más, viéndolo pulular por la calle sin rumbo. Yo salía del supermercado, me dio pena y le di un cartón de leche y unas galletas. Él, muy educado me dio las gracias sin más.

Estaba intrigada por su situación y a riesgo de que me dijera que me metiera en mis asuntos, me atreví a preguntarle si buscaba trabajo. Sonriente me dijo que depende de lo que fuera. Le sugerí que, si me ayudaba a mí y a unas vecinas mayores como yo, a subir la compra a casa, ya que no teníamos ascensor en la finca, le podía ofrecer un plato de comida cada día. Él, aunque sorprendido, acepto encantado diciéndome:

—¿Cuándo empezamos señora?

Ese mismo día subió la compra a casa y se sentó a comer conmigo. Le ofrecí una fuente de ensaladilla que sobró del domingo y se comió dos platos hasta arriba, estaba hambriento. Al despedirnos le di un par de camisetas y unos bermudas que le compré a mi nieto mayor para su cumpleaños, y que en un año no había tenido ni tiempo ni interés en venir a buscarlos.

No es que me importara verlo semidesnudo, pero pensé que no era la mejor manera de moverse por el barrio y entrar en casa de mis vecinas. Si se afeitaba, se cortaba el pelo y decía que era mi sobrino, conseguiría que más vecinas solicitaran su ayuda.

Ese verano vino cada mediodía a casa a comer y charlábamos de casi todo, me explicaba cosas de su país y su familia, que hacía años que no veía. Yo no sabía dónde estaba los fines de semana ni tampoco donde dormía por las noches. Siempre esquivaba el tema hasta que le pregunté si no tenía amigos que pudieran ayudarle a conseguir un trabajo, y me contesto: 

— ¡Yo aquí no me puedo fiar de nadie! ¡No tengo amigos y todo el mundo quiere aprovecharse de mí!

Con el tiempo me contó la verdad. Solía dormir en la calle, se aseaba como podía en las fuentes, pasaba el resto del día por mi barrio con los recados de mis vecinas, y por la noche se marchaba al centro, en búsqueda de otro tipo “de clientela”. Si tenía buena noche podría cenar algo y dormir en alguna pensión, pero si no, le tocaría dormir en un portal o en un banco de la calle.

Me aterrorizaba pensar que ese joven se dedicaba a la prostitución y no tenía un techo donde cobijarse. Me dejó helada y tardé unos días en reaccionar. Después de darle muchas vueltas decidí ofrecerle mi sofá para dormir cada noche, a cambio de que hiciera algunas chapuzas por el barrio, ya me encargaría yo de correr la voz y buscar clientela, como con los recados. Pintura, fontanería, montar muebles o limpieza de escaleras, la gente mayor agradecemos esa ayuda. Venía el invierno, solo pensar que tenía que dormir en la calle, no podía permitirlo.

Cuando aceptó mi propuesta, decidí hacer limpieza de armarios y dejarle sitio para sus pocas cosas. Por fin saqué la ropa de mi marido, no sé por qué la había guardado tantos años.

Por supuesto no se me ocurrió contarles a mis hijos que tenía en casa a un chico de la calle. No lo hubieran entendido y me habrían llenado la cabeza de miedos:

— ¿Cómo se te ocurre meter a un extraño en casa? ¿Y si te roba, o algo peor? 

Siempre han pensado que soy tonta, pero desde que me quedé viuda, no se fían ni de mi ni de mis decisiones.

Lo que fue un encuentro casual en la calle, derivó en un acto de buena voluntad y más tarde se convirtió en una amistad, acabo siendo una relación algo más íntima, ya que aun pudiendo ser yo casi su abuela, empezó a despertar en mí ciertos sentimientos. Al principio pensé que eran más maternales pero con los meses me di cuenta que eran muy carnales. No sabemos aún como del sofá pasó a dormir a la habitación de al lado, y de allí a mi cama antes del siguiente verano.

Para mí, es una nueva historia de amor, una segunda oportunidad. Me siento enamorada y hasta más joven, aunque solo sea una ilusión. Él me dice que cuidará de mi para siempre, que me quiere y me lo demuestra de muchas formas, o al menos yo me siento querida, que es lo más importante. Soy consciente que no durará mucho, pero lo disfrutaré al máximo, no estoy para perder el tiempo ni oportunidades.

Sé que no está conmigo por dinero, el piso no es mío, es de mis hijos, y mi pensión no alcanza para vivir los dos. Él ha empezado a estudiar por las mañanas y por las tardes trabaja en un bar de camarero. Mis vecinas me dicen lo cambiado que está mi sobrino ahora, no parece el mismo de cuando se lo presenté. Y es que los demás no están preparados para explicarles la verdad, creo que no lo entenderían.


Foto de: Pixabay


dimecres, 12 d’octubre del 2022

Cada jueves, un relato: Collage Temático “ Azul “

 

El reto de esta semana, a propuesta de NEOGÉMINIS, gira a partir de ciertos Collages Temáticos confeccionados por ella para la ocasión, con distintos elementos. Cada participante elegirá uno de ellos y utilizará todos los objetos que allí aparecen para crear un relato con título, estilo y forma libre.

 

Aquí podréis encontrar el resto de relatos participantes en este nuevo reto.




AZUL

La abuela nos dejó la semana pasada. Hoy, nada más entrar en su casa, he notado su perfume dulzón, mezclado con el suave olor del abeto que, en pleno febrero y con sus adornos navideños, aun presidía el comedor.

En la cocina he oído cantar a “Azul”, que así bautizó mi abuela a su canario por ser de este color, y es que nunca tuvo demasiada imaginación. Cogí una manzana del frutero y le di unos mordiscos, mientras limpiaba su jaula y le iba adelantando, para que se hiciera a la idea, que a partir de ahora viviríamos juntos.

Azul se quedó en la cocina pensando en mi decisión y yo fui a la habitación de la abuela. Abrí sus armarios, metí su ropa en bolsas para la beneficencia mientras en una vieja maleta suya colocaba las cosas que quería llevarme como recuerdo.

Dejé la cómoda para el final, sabiendo que allí encontraría los objetos más especiales. Desde niña recordaba aquella caja de madera, con un trisquel celta grabado en la tapa, dentro contenía sus más preciadas posesiones, las fotos antiguas que conservaba de su familia. De pequeña siempre le pedía que me las enseñara y me explicara quienes eran y sus historias. En el segundo cajón encontré su sortija de boda con aquel enorme rubí y el viejo reloj del abuelo. Los metí en la caja junto a las fotos para mi madre, el resto del contenido del joyero se lo quedarían mis primas encantadas.

De su costurero rescaté un par de gafas que usaba solamente para coser, era muy coqueta. Tenían un cristal roto, imagino que no le dio tiempo de hacerse unas nuevas. Me las llevé igualmente, aprovecharía la montura para que me acompañaran en mis tardes de costura, manualidades y lectura.

Antes de apagar las luces y salir con su maleta en una mano, la jaula de Azul en la otra y un gran vacío en mi interior, fui hacia el mueble bar a por aquella botella de vino dulce que utilizaba para darle su toque especial a sus recetas de repostería. Esta noche me he tomado una copita a su salud mientras miraba sus fotos y les explicaba a mis hijos, la gran mujer que fue y la vida plena, aunque humilde que le tocó vivir.




dissabte, 8 d’octubre del 2022

Ginebra Blonde - Reto de Octubre – “Equilibrio”

 

La propuesta que nos hace GINEBRA BLONDE para este mes de octubre, es la siguiente. Se dice que el equilibrio se obtiene siguiendo los siguientes puntos:

* Empieza tus días con pensamientos positivos.

* Concéntrate y fija metas en tu día a día.

* Lee algo todos los días.

* Escribe tus pensamientos.

* Canta o baila.

* Aprende otro idioma.

* No te alejes de tu familia o amigos.

* Sé amable con los demás.

* Evita el chisme o el drama.

*No olvides reír.

 

El reto consistirá en describir un día que contenga todos los puntos anteriores, además de incluir uno de los “calzados” sugeridos.

Aquí puedes encontrar el resto de relatos participantes de esta propuesta.


EQUILIBRIO




Aquella mañana me levanté temprano y con el convencimiento de que iba a ser un gran día. El examen de alemán tenía que salirme bien, y no solo aprobaría, esta vez sacaría buena nota. De camino al instituto, sobre mis patines iba escuchando mi música y al pararme en un semáforo, vi a una abuelita que me recordó a la mía, esperando cruzar la calle con dos muletas. Al cambiar el semáforo, la ayudé a pasar y al llegar al otro lado me lo agradeció con una dulce sonrisa.

Salí del instituto al mediodía convencida de haber hecho un buen examen, menudo peso me quitaba de encima. Así que fui a comer a casa de mi abuela, como cada jueves, y nada más entrar le di la buena noticia. Mientras comíamos mirábamos la tele, una serie cómica que a ella le encanta, nos echamos siempre unas risas cuando la miramos juntas. Después de comer nos sentamos en su viejo sofá, y mientras ella se echaba una cabezadita, aproveché para retomar mi diario y ponerme al día, llevaba un par de noches llegando tarde a casa y no me había dado tiempo de escribir nada.

Apunté la conversación que había tenido con mi compañera Eli esa mañana, era una chismosa profesional. Yo intentaba alejarme de ella todo lo posible, era una envidiosa y siempre metía cizaña entre la gente. Aquel día en el descanso entre clases bajé a la cafetería y mientras intentaba leer un libro de poemas que me había pasado Héctor, al verme sola, se sentó en mi mesa.

Me advirtió de que andara con ojo porque había visto a Héctor la semana anterior flirteando con su “Ex”, en un parque cercano a su casa. No le hice caso, me levanté de la mesa y me fui con mi libro y mi desayuno a otra parte. Paso de chismes y dramas, como si no tuviera otra cosa mejor que hacer, pero su comentario me molestó y no conseguí quitármelo de la cabeza.

Cuando mi abuela despertó de su siesta, me puse mis patines y salí pitando hacia el instituto, tocaba ensayo de la obra de final de curso. Estaba encantada, porque era la protagonista del musical. Ya me sabía de memoria el texto y las canciones. Y las coreografías me salían genial.

Acabamos el ensayo tarde y salí a la calle deseosa de compartir mi éxito. A lo lejos distinguí a Héctor que me había venido a buscar, pero en la penumbra pude ver que no estaba solo, y que además estaba besando a alguien. Aceleré el paso y al acercarme puede comprobar efectivamente que se trataba de ella, su “Ex”, tal como la chismosa de Eli me había alertado.

Y lo que pasó a partir de entonces lo tengo algo borroso en mi memoria. Solo sé que pegué un grito, agarré mis patines que llevaba colgados del hombro y me fui directa a ella, atizándola en la cabeza con ellos varias veces. Perdí los nervios de tal manera, que cuando volví en mí, estaba apoyada en un árbol cercano, sosteniendo en la mano mis patines ensangrentados mientras Héctor lloraba como un niño mientras la abrazaba y pedía ayuda a gritos. Multitud de gente que pasaba por allí se arremolinaba a nuestro alrededor. Al final, no resultó ser un gran día después de todo.




dimarts, 4 d’octubre del 2022

Reto juevero – Contemos tres – “Celos”

 

En nuestro “Reto Juevero” de esta semana, LA MUJER DE NEGRO nos propone seleccionar la tercera fotografía que tengamos almacenada en nuestro móvil, sea desde la cámara, descargas, whatsapp o cualquier aplicación y desarrollar el tema, del conjunto o de algún elemento que aparezca, de lo que se ve o se perciba. Así que contemos: 1, 2 y 3.

 

Aquí podréis encontrar el resto de relatos participantes en este nuevo reto.


CELOS

 

Lemmy, el más pequeño de la familia.

Hace unas semanas entraron en casa contigo en brazos y pensé: ¿Es que ya no me queréis? ¿No tenéis suficiente conmigo? ¿Con mis mimos y mis caricias?

Ahora tengo que compartir la casa y a ellos dos contigo. Antes dormíamos cada noche los tres juntitos, bien a gusto. En verano y en invierno. Y ahora tú, renacuajo, te has hecho el amo y señor de la casa, te encuentro en cualquier rincón, en mis lugares favoritos. Parece que lo sepas y lo hagas con mala intención, solo para fastidiarme.

Yo no me sentía sola antes, no me hacía falta compañía ninguna, al menos, no la tuya. ¡No sé qué les ha hecho pensar que podría ser una buena idea tenerte en casa!

Cuando nos ponen la comida, en cuanto se marchan, vienes y me la robas de mi plato, sobre todo cuando es atún que es lo que más me gusta.

Vienes a jugar conmigo y yo no tengo ni ganas ni edad para tus juegos. Nada es mío ya, ni mis escondites, mis juguetes, mis mantitas, mis lugares especiales delante de la ventana, ahora todo es tuyo y ellos solo tienen ojos para ti. Ya casi no juegan conmigo, ni me cepillan con la misma asiduidad que antes, claro, ahora tienen que repartir su poco tiempo libre, entre los dos.

Así que yo me voy a un rincón indignada para hacerles entender que estoy disgustada y ofendida, y tú, te quedas con ellos jugando, escondiéndote en sus armarios, llenándoles su ropa de pelos, robándoles sus cosas, mordiendo sus papeles, cuando cazas moscas les arañas las cortinas, y ellos solo hacen que reírte las gracias. Ya no recuerdan que yo siempre me he portado bien. Ya no se acuerdan de mí.

Incluso he dejado de comer unos días como protesta, para ver si se dan cuenta de mi enfado, y nada, parece que no les importe. ¡Ya se le pasará, deben pensar! ¡Pues que sepan que esta traición no la pienso olvidar y nada volverá a ser como antes!

En unos meses ya serás mayor, habrás dejado de ser el bebé mono y juguetón que eres ahora y solo serás un gato adulto, travieso y malo, y ya se encargaran de ponerte en tu sitio. Es cuestión de tiempo.


Coffee "la celosa" y la niña de mis ojos.


Si quereis leer más historias suyas y de otras mascotas las encontrareis en la sección “Animaladas”.



diumenge, 2 d’octubre del 2022

Escrivint números - "24"


Foto de: Marifelita


"24"


Tot d'una me n'adono

que haig de tocar el dos,

i en un tres i no res, ja soc al carrer.

Entro al bar i som quatre gats,

a la taula del costat juguen cinc avis al domino,

i de cop surt el sis doble.

Aquells estaven allà escalfant la cadira els set dies de la setmana.

Ja eren les vuit i encara no tenia noticies.

Des de que vivia a Nou Barris que no quedava casi amb ningú.

Fins aquí no pujava ni Deu.

Fa anys quedàvem amb la colla per l'Onze de Setembre,

o per Cap d'Any, i menjar plegats els raïms puntualment a les dotze.

Vaig seure i el Tretze, el gos de l'amo, em va saludar.

Miro els menús i demano un catorze ,“agafa un cagarro i esmorza”, diries.

Hi penso i somric,  el cambrer em diu que estarà llest en quinze minuts,

Mirant per la finestra veig al carrer un cartell “ Setze Jutges d'un Jutjat….”

No m'ho puc creure, disset anys han trigat però per fi l'han publicat.

Vas començar a escriure'l als divuit, tot just començàvem a sortir,

I fins el dos mil dinou que no el vas enllestir, et vas prendre el teu temps,

Dius: “Fa vint anys que tinc vint anys”, no l'enllestiré amb preses,

I ara t'imagino anant de vint-i-un botons,

 amb el teu llibre,  al costat del “Vint-i-dos contes” de la Rodoreda

i signant exemplars cada vint-i-tres d'abril a les paradetes per la diada,

Ja només queden vint-i-quatre hores per veure'ns i no puc esperar...