Una nova proposta diferent: amb aquestes 4 cartes, inspirar-se i crear petit relat:
Hoy he
salido a pasear, debía ser ya tarde, porque no he encontrado a nadie por la
calle y ya casi anochecía. De camino al pueblo, antes de llegar a la panadería,
he visto en el suelo, sobre la nieve una rosa, y he recordado que día era hoy. Me
he pasado todo el día en casa sin ánimos para salir y me lo he perdido todo,
aun no sé si ha sido inconscientemente o no.
Tal
día como hoy hace un año estábamos celebrando nuestro aniversario. Y es que era
el mejor día del año, no solo porque era nuestro día, sino porque Sant Jordi
siempre había sido una fecha muy especial para nosotros.
Cada
año, al salir de nuestros trabajos en la ciudad, nos encontrábamos en algún
lugar acordado en el centro, y empezaba nuestro plan. Callejeábamos en busca de
las mejores paradas de libros, y escogíamos las menos transitadas, siempre
hemos odiado las multitudes. Y una vez allí pasábamos un buen rato ojeando
libros y más libros hasta encontrar los adecuados, uno para cada uno, que
serían nuestro detalle de Sant Jordi.
Y
luego continuábamos celebrando nuestro aniversario. El año pasado escogimos una
obra de teatro, que una amiga nos había recomendado, no nos dio muchos
detalles, para no destripárnosla, pero insistió en que teníamos que ir a verla.
Así que nos pareció un buen plan, compramos las entradas y fuimos al teatro. Cuando
acabó la obra salimos a la calle sin tener muy claro si nos había gustado o no,
de si se trataba de una comedia o un drama, quizá no entendimos demasiado el
argumento. Lo que si nos quedó claro es que ya no haríamos caso del criterio de
nuestra amiga para escoger obra, película o libro en una futura ocasión.
En un
intento por acabar ese día especial con un buen recuerdo, decidimos caminar
hasta el paseo marítimo y allí nos encontramos con las famosas Golondrinas, y
se nos ocurrió una idea. Desde pequeños que no habíamos montado en ellas, y
como aún estaba por salir la última del día, sin pensarlo demasiado decidimos
comprar los tickets, subir y disfrutar de una breve pero romántica travesía.
Y
quiso la mala fortuna, que ese día estuviéramos exultantes de felicidad y tan
contentos, que nos sentimos atrevidos y valientes, y aunque hacía frio, nos
quedamos en la cubierta del barco para disfrutar de las vistas, apoyados en la
barandilla. La embarcación era algo antigua, y le faltaba un buen mantenimiento.
La vieja barandilla de madera cedió con nuestro peso, y nos precipitamos hacia
adelante cayendo ambos al agua. Estábamos solos a bordo, por lo que nadie se
dio cuenta de nuestra caída, y el maquinista no oyó nuestros gritos de socorro
por culpa del ruidoso motor y en la oscuridad de la noche siguió su ruta sin reparar
en nada.
Ahora
el tiempo ya no pasa igual. Transcurre caprichoso y desordenado. Eso cuando
pasa, a veces parece quedarse inmóvil, estático, sin prisa por continuar.
Incluso a veces pienso que va hacia atrás, en sentido contrario. Decida lo que
decida el viejo y curioso reloj del abuelo, que aún conservo, aunque ya no
tenga sus elegantes agujas para indicar la hora, me da igual que sea temprano o
tarde, de día o de noche, tú ya no estás.
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