¡Hola Blogueros!
Aquí estamos de nuevo para compartiros el octavo capítulo de mi relato “UNA HISTORIA DE SIRENAS”, como colaboración al proyecto de LITERATURA FANTÁSTICA de mi compañera Mercedes desde su Blog MIL Y UNA NARRACIONES, y en el que estoy encantada de participar.
—¡Hola viajeros! Intuyo que andais algo perdidos. No suelo
encontrar barquichuelos como el vuestro fondeando por estas latitudes.
Mi abuelo y yo quedamos algo sorprendidos al encontrar lo que
parecía otra sirena, aunque dijo Virginia que quedaban pocas en el planeta, yo
tuve la fortuna de conocer a tres en poco menos de un mes.
—Nos dirigíamos a las Canarias en busca de la mítica Isla de
San Borondón. Una tormenta nos sorprendió y nos dejó tirados sin poder arrancar
nuestros motores. Tampoco hemos encontrado en días ninguna otra embarcación que
nos pudiera ayudar.
—¡Ni la encontrareis! Los navegantes experimentados intentan
evitar este cuadrante. Muchos de ellos se enorgullecen de ser hombres modernos
sin supersticiones aunque antiguas leyendas aun circulan y prefieren no
arriesgarse a comprobarlo ellos mismos. Además, tras tantos años de excesiva
explotación pesquera, han vaciado estos lares y ya poco queda que les pueda
interesar, tendrán que dejar pasar unos cuantos años a que los bancos de peces
crezcan de nuevo. Eso pasa por abusar de los recursos que el Mar nos regala
generosamente. Los barcos de crucero que pasan por aquí contaminan estas aguas
y hacen que muchos bancos enfermen o los que quedan vivos decidan cambiar sus
rutas.
Mi abuelo y yo nos miramos entristecimos y avergonzados, sin
saber que contestarle.
—¡No os preocupeis! ¡No es vuestra culpa! Pero si no lo digo
reviento. —Y nos regaló de nuevo una amplia y pícara sonrisa. Le explicamos
nuestra aventura y la misión que nos había encomendado nuestra amiga Virginia.
—Veo entonces que sois marineros honorables.Tengo que deciros
que estais ahora más cerca de costas americanas y caribeñas que de las Canarias,
por lo que os recomendaría tomar otro rumbo para que podais reparar vuestra
embarcación y continuar vuestro viaje de nuevo. Yo sé de alguien que os puede
ayudar.
Tomó una caracola que llevaba colgada del cuello y la hizo
sonar aunque nosotros no oímos sonido alguno. Y en pocos minutos vimos emerger
de aquellas aguas en calma una preciosa orca.
Escoltada
por aquellos delfines parlanchines en formación, agarró uno de los cabos que le
tendió Maigualida suavemente entre sus enormes dientes, y sin esperar un minuto
tiró de nosotros sin casi darnos tiempo a despedirnos de ella. Nos dirigimos a
la popa del Maravillas para gritar con todas nuestras fuerzas para darle las
gracias por su ayuda mientras veíamos como ella, sonriente agitaba sus brazos a
modo de despedida.
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Toda una aventura nos has llevado con esta linda sirena, y ahora estas orcas amigas,.
ResponEliminaQué lindo es tener esa fantasía tuya que nos ha llevado de la mano por las enigmáticas sirenas. Y quién sabe si en verdad no existan. Un besote.
Hola Campirela!
EliminaLa verdad es que en la travesía está teniendo momentos de todo, sorpresas, sustos y también buenos encuentros haciendo nuevos amigos! Quizá para ver alguna tengamos que salir a alta mar con ella! Je, je! Un besote y gracias por seguir la historia!