Pestañas

dilluns, 28 d’octubre del 2024

Cada jueves, un relato - Tema: “Nubes” – “El nubarrón”

Aquí estamos nuevamente con otro desafío Juevero, esta semana de la mano de ROSANA Y PATRICIA desde su Blog SOMOS ARTESANOS DE LA PALABRA. Nos invitan a dejar volar nuestra imaginación hasta el cielo, hasta las mismas nubes. Caprichosas, juegan a imitar encerrando en su juego cierta magia.

Nos proponen liberar la mente, que la imaginación vuele como las mismas nubes creando historias.

 

AQUÍ podréis encontrar el resto de relatos participantes.


"EL NUBARRÓN"

Fotografía: Fina Esquerda Duaigüez


Había días que resultaban ser así. Empezaban con una mañana soleada, para ir tapándose en el transcurso del día y llegada la tarde se colaba un oscuro nubarrón que lo estropeaba todo por completo.

Aquella mañana se levantó pronto como de costumbre, y tras un ligero desayuno, bajó a caminar por la playa inmensa y silenciosa. A mediodía tras finalizar su rutina de ejercicio, pasó por el mercado y compró algunas cosas para preparar su guiso preferido.

Disfrutó de su receta favorita para el almuerzo, le entró cierta modorra tras aquella copiosa comida, y decidió estirarse para hacer la siesta. Pero su descanso fue breve, ya que empezó a oír ruido en la calle: coches y furgonetas arriba y abajo, descargando material y gente chillando, por lo visto se avecinaba alguna celebración y todo aquello formaba parte de su organización.

Durante la tarde, intentó seguir su serie favorita sin conseguirlo tampoco, ya que empezaba a oírse como la gente atraída por la música de tan ruidoso evento, se acumulaba en la plaza y el gentío no paraba de crecer. Igual que su inquietud que poco a poco fue aumentando hasta que acabó con sus nervios. Siempre que tenía esa sensación pensaba en ella, pero aquel día se decidió. Se levantó del sillón para ir al altillo, bajar una vieja caja y al abrirla, allí estaba “Paz”. Le pasó un paño y mientras le regalaba un beso recordó su aroma. Se dirige a la ventana y de camino introduce la munición, y sin pensarlo apunta al primer transeúnte escandaloso que pasa por la calle y dispara.

Al oír los gritos de la multitud, cerró la ventana, tiró de la cortina y fue al altillo, donde acomodó a “Paz” de nuevo en su caja. Ya más calmado, se sentó en su sillón, apoyó su cabeza en el alto respaldo y cerró los ojos, mientras oía a los lejos sirenas. La plaza estaba desierta, la multitud aterrorizada se había dispersado. Esbozó una sonrisa mientras caía en un profundo sueño.

Esa tarde, el nubarrón se coló en su cabeza, pero al anochecer ya se había despejado…

Fotografía: Fina Esquerda Duaigüez


dimarts, 22 d’octubre del 2024

Cada jueves, un relato - Tema: “Collage Juevero” – “La señora”

Esta semana nuestra amiga MÓNICA desde su Blog NEOGÉMINIS, nos propone como tema para el Reto Juevero de esta semana crear un relato a partir de las palabras que ha incluido en el siguiente collage. Pueden ser todas o algunas de ellas, en el estilo o género que cada uno prefiera.

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"LA SEÑORA"

Imagen: Pixabay

Siempre tuvo todo lo que uno puede soñar. Era hija de una buena familia, que residía en un palacete en el barrio gótico de la ciudad. Su padre hizo fortuna, gracias a su instinto, sabiendo siempre donde invertir su dinero, convirtiéndose en uno de los hombres más ricos de la península.

Cuando faltaron sus padres se convirtió en la heredera universal de todos los negocios, pero cometió el error de seguir las indicaciones del abogado de la familia y su marido, supuestos magos de las finanzas y con los años su fortuna fue menguando. Pero eso no le impidió disfrutar de la vida. Grandes viajes alrededor del mundo y toda clase de lujos sin un mínimo gesto de contención.

Al morir su marido empezó a vender algunas propiedades: las acciones de su empresa, un olivar en el sur del país que ni siquiera sabía de su existencia, y una excelente colección de pinturas de arte oriental de una gran delicadeza. Y aunque tenían una calidad excepcional y un valor especial para ella, al hacerse efectiva la venta tan solo pudo cobrar un mínimo de su valor real. La necesidad apretaba y debía conseguir el dinero de forma inmediata.

Con los años que vio obligada a despedir a algunos empleados, empezó por la plantilla masculina, el chófer, y el vigilante de seguridad. Con los meses también prescindió de la cocinera y el resto del servicio doméstico. Así redujo sus gastos, pero no era suficiente, por lo que empezó a vender poco a poco muebles, cuberterías de plata, vajillas de porcelana y sus últimas joyas. Tan solo le quedaba su más preciada posesión, la casa familiar. En más de una ocasión tuvo la tentación de venderla, y así poder vivir al nivel que estaba habituada.

Ahora ya es una mujer mayor. Con la casa completamente vacía y sentada en una de las terrazas del ático, a medianoche, mientras contempla las estrellas, su futuro se revela incierto. Se lleva a la boca unas almendras y unas piezas de fruta como única cena. Su universo se desmorona, y piensa durante cuanto tiempo más podrá aparentar y mantener su secreto.


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diumenge, 20 d’octubre del 2024

Relatos con Ginebra Blonde en Varietés – Tema: Mosaico – “Secretos que guardas”

Nuestra amiga GINEBRA BLONDE desde su blog VARIETÉS nos propone un nuevo reto para este mes de Octubre.

Esta vez nos propone unas obras de SARAH JONCAS, una artista especialista en el arte del Mosaico, para que nos sirvan de inspiración para crear nuestros relatos. Deberemos escoger 3 o más obras y utilizarlas para ilustrar el relato y además incluir sus títulos en la historia.
 

AQUÍ puedes encontrar el resto de imágenes y relatos participantes.

" SECRETOS QUE GUARDAS"



Y de repente, desperté. No podía hacerme una idea del tiempo que llevaba allí, en aquel luga. Intenté hacer memoria, aclarar mis ideas, esforzarme por recordar vagamente algún detalle borroso. Fue uno de esos días extraños, pero aquella situación aun lo era más. Notaba una venda en los ojos y una mordaza en la boca. También estaba atada de pies y manos. Todo en un silencio sepulcral.

Y como un flash, vino todo a mi mente. La noche anterior estuve con los compañeros de trabajo, celebrando mi graduación como agente de policía. Era la única mujer de aquella comisaria. Eso me hacía ser distinta al resto, en algunas cosas para bien y en la mayoría no tanto. Salimos a cenar y a tomar algo después, y fue allí en el karaoke donde la noche se desmadró entre copa y copa, haciendo que perdiera el sentido en algún momento de la velada.

Mientras intentaba recordar donde estaba y cómo había llegado hasta allí, de repente oí acercarse las voces de dos hombres, que no conseguí reconocer. ¿De qué se trataría todo aquello? ¿Un secuestro, quizá una confusión? Yo no soy de una buena familia que pudiera pagar un rescate, ni tampoco había participado en ningún caso importante como para tener enemigos que quisieran vengarse.

Uno de los hombres se me acercó y me susurró al oído que ya quedaba poco para que todo acabase y noté como me desataba de pies y manos, para colocarme unas esposas y anclarme con ellas a una tubería cercana.

Al oír sus palabras entré en pánico y antes de que cogiera mi otra mano para esposarme, que quité la venda de la cara y pude ver a dos encapuchados, el que estaba frente a mi agachado y otro de pie más alejado. Le di un cabezazo al que tenía al lado y enseguida vi una pistola colgando de su cinturón, que no dude en arrebatarle mientras quedaba petrificado, supongo que por la sorpresa, no lo vio venir.

Apunté al que estaba de pie y cuando hizo gesto de desenfundar también su pistola, le disparé sin vacilar. Entre gritos y con los nervios de la situación apunté al que estaba a mi lado rogándome que me tranquilizara y no hiciera tonterías cuando algo dentro de mi me dictó que era una amenaza y también le disparé para defenderme.

De golpe el silencio, notaba la sangre que resbalaba por mi frente y me di un par de segundos para respirar y pensar que tenía que hacer ahora. Rebusqué entre los bolsillos de aquel hombre y encontré las llaves de las esposas de las que me liberé enseguida para colocárselas a mi raptor. Estaba inconsciente, pero se desangraba, igual que el otro hombre que sollozaba al fondo de la habitación. Me acerqué a él rápidamente para desarmarlo y también encontré en su cinturón unas esposas que le puse para inmovilizarlo.

De repente una sombra vino a mi mente, y solo pensé en quitarles la capucha a mis captores. Y la sorpresa que me llevé fue mayúscula. Se trataba de dos compañeros de la comisaría. Entonces oí como el que se desangraba a mis pies gritaba: “Solo fue una broma, no queríamos hacerte daño”. Por favor, llama a una ambulancia.

El futuro pasó ante mis ojos. Debería despedirme de lo que tenía planeado, adiós a mi carrera, todo se había arruinado. Por culpa de dos imbéciles y una novatada violenta que rayaba el abuso. ¿En qué posición me dejaba? Se me fue la mano en mi “autodefensa”. Tanto si decía la verdad como si me inventaba una mentira, tendría los días contados como policía, podría ir preparando mi carta de renuncia.



Y justo mientras pensaba en ello, me pasó por la mente la posibilidad de preparar mi versión de los hechos y un nuevo escenario. Miré sus móviles para comprobar si su perverso plan era exclusivamente idea de aquel par de idiotas o bien era extensivo a algún otro cómplice más. En los chats había algunas bochornosas fotos de la velada en el karaoke que compartieron con el resto de compañeros, pero ningún comentario respecto a mi secuestro.

Entonces pensé en mi verdad. Sería víctima de un secuestro y mis compañeros habrían venido en mi busca, pero los secuestradores les esperaban y no dudaron en quitarlos de enmedio. En la confusión del momento y el tiroteo, solo yo conseguí escapar. Así que preparé el escenario acorde a mi versión. Limpié lo mejor que pude mis huellas de las armas, las esposas y los móviles, aunque me quedé uno de ellos para pedir auxilio. Eché un vistazo a aquel lugar que parecía un taller abandonado, y antes de marcharme me aseguré de que ya no respiraban. Salí al exterior y vi que me encontraba en la mitad del campo, en una casa que parecía abandonada al margen de la carretera. Nadie habría oído los disparos.

Mientras iba caminando por el arcén de la carretera, en la hora más oscura de mi vida, ya de madrugada, divisé a lo lejos un coche aparcado en un saliente de la carretera tras unos árboles. Al llegar allí ya me di cuenta que era de uno de mis amigos secuestradores por una de las pegatinas. ¿Qué pretendían con su plan? ¿Hasta donde querían llegar? Dejar su coche alejado de la casa donde me retenían no auguraba buenas intenciones. Seguí caminando por la carretera mientras marcaba el número de la comisaria y cuando contestaron a mi llamada, con la voz entrecortada y acelerada empecé a relatarles mi versión de los hechos. Esa noche sería una parte oculta de mi vida, esos secretos que guardas solo para ti, y que nadie más debería conocer.




dimarts, 15 d’octubre del 2024

Cada jueves, un relato - Tema: “El lobo feroz” – “Yo, el lobo”

Esta semana nuestra amiga NURIA ESPINOSA desde su Blog BITÁCORA LITERARIA, nos propone como tema para el Reto Juevero de esta semana “El lobo feroz”.

Su leyenda ha sido contada a lo largo de generaciones: un ser astuto, temido y lleno de misterio. Pero ¿es el lobo realmente el villano que todos creen? ¿O detrás de sus afilados colmillos hay una historia que aún no ha sido contada?

Reimaginemos este icónico personaje. Hagamos otra versión: un depredador o una víctima, un héroe inesperado o algo más allá de la imaginación, siempre que el lobo sea el centro de tu historia.


AQUÍ podréis encontrar el resto de relatos participantes.


"YO, EL LOBO"

Imagen: Pixabay



En mi juventud fui feliz en aquellos bosques, llenos de vegetación y sonidos mágicos e inconfundibles para todos aquellos que hemos nacido en él. Vivía con mis hermanos de manada, como lo habían hecho los nuestros durante generaciones.

Pero hubo un momento en que nuestro grupo empezó a menguar. Una mañana faltaba uno de los nuestros, pasados unos días desaparecía otro, y así durante meses, hasta que finalmente me quedé solo.

Los humanos empezaron a meter sus narices en nuestro territorio, y pensaron que era un buen lugar para vivir. Como odio a los leñadores, destrozan el bosque sin piedad, todo para construir sus improvisadas cabañas que luego convierten en sus moradas para siempre. Tímidamente, construyen una aquí, otra por allá.

No aguanto a las niñas que se pasean canturreando por el bosque, despertándome de mi plácido sueño y luego tras perderse gimotean desconsoladas. No me queda otra que acompañarlas hasta los alrededores de alguna casa. No me acerco demasiado porque allí me esperan siempre en el porche con la escopeta cargada.

O las dulces abuelitas que cocinan sus pasteles de carne o tartas de manzana y las dejan reposar en la ventana, pensando que allí estarán cuando regresen. Luego se inventan cuentos e historias perversas para contar a sus nietos, como que nos comemos a los niños, o tiramos abajo sus casas resoplando.

Lo único que nos comemos alguna vez es una pieza de su ganado y cuando está mal vigilado. Pero eso no es culpa más que suya, si no se dedicaran a arrasar el bosque cazando cualquier pequeño animal que me sirve de sustento, no tendría que ir yo a sus casas a robarles el suyo. Como veis somos criaturas malditas y tras tantas leyendas negras sobre nosotros, poca cosa se puede hacer ya para limpiar nuestro nombre. Eso sí, se inventan la figura del “hombre lobo” para descargar así sus maldades en nuestro nombre. Solo espero que el día que muera el último de nosotros se lamenten mientras releen entre sollozos sus viejas y falsas leyendas. ¿A quién culparán de sus desgracias?





dissabte, 12 d’octubre del 2024

Concurso Octubre - Tintero de Oro – Homenaje a Miguel Delibes y “El camino”– “Casio, el dentista “

Empezamos un nuevo curso de la mano de nuestros amigos de "EL TINTERO DE ORO". Este mes de Octubre, nos proponen el siguiente reto:

Escribir un relato donde el protagonista sea el entorno rural. Que nuestra historia transcurra ambientado en el mundo rural o donde la Naturaleza desempeñe un papel fundamental.

AQUI podreis encontrar el resto de relatos participantes:


"CASIO, EL DENTISTA"

Imagen: Pixabay


Nunca me cansaré de escuchar aquella historia. De cuando mi madre era niña y estuvo un par de días rabiando en casa con un tremendo dolor de muelas. La abuela, que conocía la mala fama del dentista del pueblo se resistía a ir a su consulta, pero como el dolor era insoportable y de noche incluso se le iba la cabeza de la misma fiebre, al tercer día, armándose de valor decidieron llevar a mi madre.

Ella siempre había oído que a Don Casio le llamaban el Carnicero, convencida que tendría un negocio donde despachaban carne en algún pueblo cercano y lo de sacar muelas era un más a más que hacía para sacarse un dinerillo. Porque lo que eran dentistas, por aquel tiempo y por aquellos lares, no había demasiados.

Tras atravesar la mies de varios vecinos, a zancadas mi abuela, y a rastras mi madre, llegaron al caserío. Al abrirles la puerta su mujer e invitarlas a entrar en lo que muy generosamente ella llamó la consulta, ya se dieron cuenta que distaba mucho del dispensario médico donde las atendían habitualmente el doctor y su enfermera en Marina de Cudeyo, a unos kilómetros de allí.

Era un cuarto con un ventanuco alto y pequeño que no dejaba ver el exterior ni entrar luz al interior. Mi madre se sentó en aquella silla, que en mejores tiempos habría sido de un buen dentista, y esperó nerviosa a Don Casio.

Llegó tras un buen rato, saludando sonoramente al entrar y se dirigió directamente a la consulta donde su esposa le había anunciado que estaban esperandole. Se quitó rápidamente la chaqueta, se arremangó la camisa y mientras le preguntaba a la abuela, sentada en un rincón cual era el problema, sin lavarse las manos se puso manos a la obra pidiéndole a mi madre que abriera la boca y le señalara la muela que le dolía.

Le acercó una potente luz a la cara que la cegó por unos minutos mientras le daba un vaso con un enjuague según dijo para adormecer la muela, aunque por el olor a ella le recordó los licores que corrían por casa los domingos.

Se encontró enseguida unas tenazas enormes en la boca con las que él pretendía tirar fuerte para extraer aquella dolorosa muela. Cada vez que el bruto de Don Casio tiraba de ella, mi madre le seguía levantando todo su cuerpo de la silla, y así varias veces porque aquella muela no quería salir. Don Casio empezó a ponerse nervioso al ver que la operación se eternizaría de aquella manera. Decidido colocó una rodilla sobre el regazo de mi madre sorprendida, mientras que con un brazo la sujetaba a la altura del pecho frenando su avance, con el otro tiraba con todas sus fuerzas, sin demasiado buen resultado. En el último tirón, al extraer por fin aquella maldita muela, mi madre entre sollozos soltó un buen grito al notar un corte en el labio. Mi abuela agarró a mi madre del brazo y la sacó de allí mientras con una retahíla de insultos se despedía de Don Casio camino al dispensario. Allí le cosieron la herida con varios puntos que hoy tras cuarenta años, aún se le nota la cicatriz.

Después de semejante aventura, mi familia tardó en volver a visitar a Don Casio. Cuando pensaban que nunca más volverían a solicitar sus servicios, un par de años más tarde, Caridad, la hermana pequeña de mi madre, tuvo una emergencia una tarde de domingo. Sin vacilar y debido a la urgencia, mi abuela acudió al dispensario de Don Casio de nuevo. Les abrió la puerta su esposa, tan amable como siempre y les ofreció un café mientras esperaban a que él regresara. Uno de sus hijos fue a buscarlo a la bodega del pueblo, donde estaba tomando unos vinos con algunos vecinos mientras echaba una partida al mus.

Caridad era pequeña, pero algo había oído sobre la mala fama de Don Casio. Iba asustada, pero estaba alerta y vigilante a lo que pasara en aquella consulta. Don Casio tan pronto llegó, repitió su ritual habitual: se quitó la chaqueta, se arremangó la camisa y mientras preguntaba a mi abuela cual era el problema, llenaba un vaso con el supuesto enjuague y se lo tendió a la pequeña Caridad. Nada más oler aquel licor, la pequeña tiró su cabeza para atrás negando con la cabeza y apartando el vaso que Don Casio le ofrecía. Éste acercó la potente luz a la cara de la niña mientras intentaba que abriera la boca. Caridad se asustó al ver la cara de Don Casio tan cerca de la suya, con aquellas pobladas y negras cejas y su fuerte aliento a vino, y aún hoy nadie sabe que fue primero, si el mordisco que le propinó en la mano al dentista o la patada que recibió éste en su entrepierna.

Ni que decir tiene que ningún miembro de la familia se le permitió volver a la consulta de Don Casio, ni tampoco pasar por los alrededores de su casa. Únicamente coincidían los domingos en la iglesia, y se intercambiaban miradas llenas de rencor y desprecio desde lejos.

“Justicia divina” decía la abuela al salir por última vez de aquella consulta, y aún lo sigue diciendo con una leve sonrisilla cuando nos cuenta su historia.


*Mies: En Cantabria, conjunto de sembrados de un valle.



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dimarts, 8 d’octubre del 2024

Cada jueves, un relato - Tema: “Piezas de Ajedrez – “La partida”

Esta semana nuestra compañera MARIANA desde su Blog HACIA EL ÚLTIMO ESCALÓN DE LA MAGIA ... nos propone como tema para el Reto Juevero de esta semana escribir en torno al juego del Ajedrez. Podemos nombrar el juego o bien elegir una o varias piezas de las que se compone, para relatar nuestra historia.

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" LA PARTIDA"

Imagen: Pixabay


Mientras mis pasos avanzaban por las elegantes baldosas blancas y negras, que lucían siempre brillantes en mi librería favorita “El Alfil”, sabía que había empezado el juego de verdad. Aunque estábamos en mi terreno, no podía evitar sentirme nerviosa. Accedí a aquel encuentro por curiosidad, y si soy sincera, por pura vanidad.

Había pasado más de un año desde que iniciamos nuestro primer contacto, en un conocido juego “On line”, quizá una manera muy atípica e informal de conocerse. Tras finalizar nuestras largas y desafiantes partidas, encontrábamos un momento para comentarlas por el chat de forma relajada, después de nuestra ardua lucha sobre el tablero.

Al principio solo hablábamos del juego, estrategias y trucos para las próximas partidas. Con las semanas ampliamos nuestros temas de conversación a cosas más mundanas, como nuestras aficiones, gustos, trabajos o ciudades de origen, y así fuimos desnudándonos poco a poco el uno frente al otro, aunque en la distancia.

Tu trabajas en una importante multinacional, al otro lado del charco, como técnico de sistemas, y digamos que por aquellas casualidades o quizá debido a alguna elaborada estrategia, te encuentras de viaje en mi ciudad. Cuando propusiste conocernos enseguida sentí que debía arriesgarme y aceptar.

Quizá seas el rey de las mentiras, cuando semanas antes prometías que, si accedía a conocerte y por cosas del destino, llegaras a gustarme, me regalarías una gran vida de comodidades, sin privaciones, solo diversión y me cuidarías como una reina.

Hasta entonces, aquella vida ajetreada, viviendo a caballo entre varias ciudades, continuos viajes de aquí a allá, sin acabar de conectar nunca con nadie, no te había importado. Pero ahora no te conformabas con ser un peón más, aspirabas a algo mejor, y si tu entrevista de trabajo en mi ciudad te salía bien, todo cambiaría, quizá para los dos.

Nuestro encuentro me tiene en jaque, desde el piso de arriba te observo entrar, como una doncella desde su torre. Ojalá surja la magia entre nosotros. Siento que esta es la partida definitiva, mi movimiento final decidirá si te quedas o te vas.


Imagen: Pixabay

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dimarts, 1 d’octubre del 2024

Cada jueves, un relato - Tema: Cumpleaños – “Solo números”

Esta semana nuestra compañera ALMA LEONOR desde su Blog HELICON, nos propone como tema para el Reto Juevero de esta semana escribir en torno a la idea de un Cumpleaños, o al menos que la palabra aparezca en algún momento del relato.

¡Así que con esta genial propuesta celebraremos su cumpleaños que parece ser que es el próximo sábado 5 de OCTUBRE, así que por adelantado le deseamos un muy feliz día!


¡FELIZ CUMPLEAÑOS JUEVERO, ALMA LEONOR!

¡Que cumplas y escribas durante muchos años más!


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"SOLO NÚMEROS"



Con la excusa de un sorteo extraordinario, mis compañeras de trabajo me convencieron de nuevo para comprar un décimo de lotería. Aunque escéptica como cada año, el día del sorteo puse la radio para escucharlo mientras teletrabajaba en casa, y el número ganador del primer premio me resultó bastante familiar.

Lo recordé enseguida, era el 25976. Lo compró mi compañera Victoria por coincidir con su fecha de nacimiento. No me lo podía creer. ¡Éramos millonarias por fin! Después de tantos años insistiendo, la suerte nos acompañaba. Podríamos olvidarnos de trabajar. ¡Que ganas de ser libres y no madrugar nunca más!

Lo primero que haría sería liquidar mi hipoteca y vender mi piso de escasos cincuenta metros y comprarme uno más grande y con ascensor. O mejor todavía, una casita en un pueblo tranquilo. Y otra para mi madre, así no tendría que sufrir pagando cada mes el alquiler con su precaria pensión.

Jubilaría mi coche de dieciocho años y me compraría uno eléctrico de esos tan ecológicos. Y haría un gran viaje para visitar los cinco continentes. ¡Mi sueño hecho realidad! Con un poco de suerte, después de todo esto aún me quedaría algún dinero, que si supiera administrarlo bien, podría vivir de renta.

Escribí enseguida al grupo de wsap de mis compañeras para decirles que nuestro número era el ganador del primer premio, una millonada. Mi compañera Victoria respondió en un tono algo seco y poco emocionada, que sentía decirme que no nos había tocado la lotería, porque su fecha de cumpleaños era el día 26 de septiembre, y no el 25.

Por un momento me pareció que me tomaba el pelo. ¡Victoria, siempre tan bromista! Viendo que nadie más respondía, busqué nerviosa mi décimo y efectivamente nuestro número 26976, no era el premiado.

¡Qué rabia! ¡Viví mi cuento de la lechera particular, por unos minutos, mis sueños por los suelos, por solo una cifra!

Sospecho que Victoria no volverá a compartir conmigo ningún décimo más de lotería. No sé si estaba más molesta porque no nos tocara el premio o por confundirme en su fecha de cumpleaños.