Pestañas

dimecres, 17 de maig del 2023

Cada jueves, un relato: Tema: Cuéntame una anécdota - “En el blanco”


Para el reto juevero de esta semana nuestra compañera MYRIAM, desde su Blog DE AMORES Y RELACIONES, nos propone contar en verso, prosa o cualquier formato, una anécdota o hecho curioso, divertido o sorprendente. Sea salado o dulce; picante o estridente; color de rosa, gris o pardo; real o ficticio; de vida privada o pública; en nuestra ciudad o de viaje; protagonizado por nosotros o terceros.

Aquí podréis encontrar el resto de relatos participantes.


"EN EL BLANCO"



Un pasatiempo veraniego que compartía con su abuelo en el pueblo era el tiro al blanco. A ella solo la dejaban mirar y al acabar cada ronda, era la encargada de ir a buscar la diana y comprobar los aciertos.

Alguna tarde venían los vecinos con sus hijos como espectadores. Se colocaban detrás de los adultos, advirtiéndoles que andarán con cuidado, siempre algún desobediente se colocaba donde no debía.

En una de esas ocasiones, ella se descontó con tanta distracción y se acercó antes de tiempo a comprobar la diana. Justo en el instante que se agachó para recogerla y mostrarle orgullosa a su abuelo el fantástico resultado, le sorprendió de repente aquel silencio total, todos la miraban fijamente sin articular palabra.

El último disparo del abuelo le acertó de lleno en la pantorrilla sin que se diera ni cuenta. Mientras unos se echaban las manos a la cabeza, sin poder reaccionar, otros corrieron hacia ella para socorrerla. Fue cuando se fijó que de su pantorrilla caía un hilillo de sangre sin comprender como había sucedido y sin notar dolor alguno. La llevaron corriendo al hospital más cercano y tras unas horas en urgencias la atendieron. El balín quedó encajado caprichosamente entre la tibia y el peroné, sin querer asomarse. El médico ya cansado de hurgar en la herida sin éxito, decidió no operarla. Así que allí se quedó confortablemente para siempre.

A ese día excepcional de verano le siguieron otros tan plácidos y tranquilos que fueron hasta aburridos, y ella con la pierna vendada e inmóvil durante semanas. La escopeta del abuelo fue desterrada de su lugar de honor sobre la chimenea, exiliándola al desván el resto de ese verano y algunos más.

Ya han pasado unos años desde aquel incidente, y lejos de cogerle miedo a la escopeta, la joven sigue practicando el tiro al blanco junto a su abuelo, superándole ya en puntería. Desde el día del incidente al maestro le ha sido imposible concentrarse en el blanco como lo hacía antes. Pero la aprendiz cada vez que carga la escopeta, deja florecer entre la comisura de sus labios una sonrisa burlona, que el abuelo no sabe interpretar si como un desafío a la pericia del maestro, o bien como una dulce y cruel venganza.


25 comentaris:

  1. Bueno los accidentes ocurren, lo mejor de todo es que ella no cogió miedo ni a la escopeta ni rencor hacia su maestro el abuelo.
    Eso sí con respeto que las armas las carga el diablo jjj.
    😘

    ResponElimina
    Respostes
    1. Si, los accidentes son recordados como buenas anécdotas si tienen un final feliz! Ja, ja! Un abrazote!

      Elimina
  2. Una anécdota peligrosa que, afortunadamente se puede evocar con una sonrisa. No siempre es así. Un abrazo, Marifelita.

    ResponElimina
    Respostes
    1. Imagino que al tener de pequeña un percance así con un arma, una aprende a tenerles el respeto que se merecen! Un abrazote!

      Elimina
  3. Yo creo que le tendrá pánico toda la familia cuando vea esa sonrisa en los labios jejeje... Tu anécdota es más habitual de lo que parece, pero por desgracia no siempre acaba tan bien :)

    ResponElimina
    Respostes
    1. Efectivamente Sylvia, no todos los accidentes en los que hay armas de por medio acaban bien! Por eso lo mejor es tenerlas bien lejos y evitar riesgos innecesarios! Un abrazo!

      Elimina
  4. Una anécdota de lo más simpática; nada de traumas ni miedos (ni siquiera le dolió; trasmites toda su pasión). Todo un acicate para superarse. Esa final sonrisa me ha encantado.
    Un abrazo!

    ResponElimina
    Respostes
    1. Cuando pasa un accidente con alguien que sabes que te quiere, no quedan ni miedos ni traumas, y el propio accidente te acaba uniendo más a ella! Con una especie de confianza o complicidad especial! Un abrazote!

      Elimina
  5. Pues menuda suerte tuvo, se entiende perfectamente el silencio de las personas que lo vieron!
    Besos!

    ResponElimina
    Respostes
    1. Hola Noelia! Y que lo digas, la suerte estuvo de su lado ese día. Este tipo de accidentes impactan a cualquier que se encuentre como espectador! Un besote!

      Elimina
  6. Hola, Marifelita:
    Tal y como nos precavía su título, tu relato ha dado en el blanco de nuestra imaginación. Al igual que tu protagonista, desoímos el aviso y ahora estamos pagando las consecuencias de tener nuestra atención herida de curiosidad:
    ¿A qué se debe esa sonrisa?
    ¿Vestirá el abuelo armadura cuando su nieta va armada?
    ¿Cómo se le puede haber ocurrido a Marifelita un relato tan bueno? Porque no le puede haber pasado este altercado, ¿verdad?
    Un abrazo, compañera.

    ResponElimina
    Respostes
    1. Hola Nino!
      En esta ocasión tengo que decirte que desgraciadamente no es producto de mi invención y que este incidente me pasó de pequeña. Lo que si es inventado es que de mayor tenga buena puntería y mi abuelo estuviera atemorizado por ello. Ja, ja! Siempre le quedó al pobre el disgusto y se le quitaron las ganas de disparar nunca más! Un abrazote!

      Elimina
  7. MARIFELITA: Menos mal que a la protagonista no le pasó nDa grave, que bien pudiera haber sucedido. Curioso que el balin quedara ahí alojado cómodamente y no se moviera más.
    Me imagino el susto que habrían pasaron todos los presentes, no es para menos. Mil gracias por haberte sumado a mi convocatoria. Besos.

    ResponElimina
    Respostes
    1. Gracias Myriam por darnos la oportunidad de escarbar en nuestra memoria, donde siempre encontramos algunas historias curiosas para poder ser explicadas. Un besote compañera!

      Elimina
  8. Hola Tracy! Tengo que decirte que la anécdota es real y que si mi propio cuerpo no lo ha diluido con el paso del tiempo, ahi debe estar todavia descansando! Ja, ja! Un abrazote!

    ResponElimina
  9. ¡Hola, Marifelita! Escribir una anécdota es maravilloso, además de un excelente ejercicio de escritura. Lo mejor es que se nota cuando escribimos sobre algo vivido y cuando lo hacemos sobre algo imaginado. Los detalles, el ritmo, la fuerza de lo escrito que llega al lector es diferente. Me encantó la anécdota y además me evocó un recuerdo que si no te importa comparto. Haciendo la mili tuve una mañana de práctica de tiro haciendo la instrucción. Con una organización marcial propia del ejército nos daban el cetme, no tumbábamos y apuntábamos sobre unas dianas que estarían a cincuenta o cien metros. Yo no había cogido un rifle en mi vida. Total, que apunté y pegué mis primeros, y únicos, diez tiros a la diana que tenía asignada. Luego debíamos acercarnos para comprobar el resultado. Allí nos esperaba el capitán. Bueno, ni qué decir que mi diana estaba inmaculada, no di ni uno. Con una sonrisa, el capitán me dijo "soldado, lo suyo no es el tiro". A lo que le respondí, "mi capitán, estoy muy contento. Todos los tiros han ido hacia delante y ninguno le ha dado a nadie". El oficial se rio. Un abrazo!!

    ResponElimina
    Respostes
    1. Gracias David por compartir tambien tu anécdota! Tienes razón cuando afirmas que los mejores disparos son los que no alcanzan a nadie! Un abrazote!

      Elimina
  10. y es que las armas las carga el diablo, hasta una inocente escopeta de balines puede hacer daño , Un abrazo

    ResponElimina
    Respostes
    1. Un arma en las manos de un adulto es peligrosa, pero cerca de un niño todo es impredecible lo que la hace letal! Ja ja! Un abrazo!

      Elimina
  11. Hola Marifelita sin duda el accidente le sirvió de mucho y esa sonrisa dice mucho también. Bien escrito. Un abrazo.

    ResponElimina
    Respostes
    1. Una sonrisa puede decir más que mil palabras! Ja ja! Un abrazo!

      Elimina
  12. El optimismo puede ser un tanto peligroso, puede llevar a confiarse en el momento menos oportuno.
    Que curioso que no haya dolido.
    Creo que hay algo de venganza en esa actitud.
    Bien contada la anécdota. Un abrazo.

    ResponElimina
    Respostes
    1. Quizá en este caso esa pequeña venganza silenciosa resultó ser más cruel que cualquier otra! Ja,ja! Un abrazo!

      Elimina
  13. Pies yo, no sé porque, sntes de mencionar los perdigones, pensé que eran flechas, y me extraño mucho que no doliera. Y encima, ahora solo podrías llevar pantalón corto o falda.
    La escena de todos mirándola asustados y algunos corriendo hacia ella debió ser lo más pavoroso.
    Abrazoo, Amiga

    ResponElimina
    Respostes
    1. Con flechas la escena hubiera sido más épica y tambien más sangrienta, espectacular y dolorosa! Ja, ja! Sin duda un momento impactante, dificíl de olvidar tanto para la víctima, como para el tirador y los espectadores!!! Je, je! Un abrazote, amigo!

      Elimina