Pestañas

diumenge, 7 d’agost del 2022

Gent de Barri - "Soledad"


Foto de: Pixabay

Sale de su portal cada mañana, a la misma hora. Camina rápido, con sus pasitos cortos e inquietos, como una niña, impaciente por llegar a algún sitio, como si se le hiciera tarde. Y no suele ser así, ya que ella no estudia, ni trabaja ni ha quedado con nadie a ninguna hora, tiene todo el tiempo del mundo.

Bueno sí, la esperan cada mañana puntualmente en el supermercado, donde suele estar en la puerta, siempre unos minutos antes de que abran, deseando entrar la primera. Como si temiera quedarse sin lo que ha venido a comprar, como si se terminara el género alguna vez, como si tuviera prisa por acabar sus encargos y volver a casa, como si la esperara alguien, pero no es así.

Ella vive sola ahora. Su madre falleció hace unos meses, y su vida podríamos decir que ha cambiado mucho y al mismo tiempo no ha cambiado nada. Porque antes su principal preocupación diaria era levantarse pronto, despertar a su madre y prepararle el desayuno, mientras ella se duchaba. Su madre le daba un billete que sacaba de un sobre donde guardaba la pensión y ella ya estaba lista para bajar al supermercado. Hacia la compra rápido porque al volver a casa, la esperaba su madre para que la ayudara a bañarse, darle un buen masaje en sus doloridas piernas y vestirla para que se estirase de nuevo en la cama.

Soledad, que así se llamaba, pasaba la mañana barriendo, limpiando el polvo o tendiendo una lavadora, mientras ponía algún puchero al fuego. Cuando era más joven su madre no la dejaba, porque aun siendo ya adulta, la mujer sufría por su hija, la consideraba torpe para que corriera esos riesgos. Y es que nadie la consideraba suficientemente lista para dedicarse a ningún trabajo, y por supuesto tampoco lo suficiente resuelta para vivir su vida, sin ayuda. Tenía totalmente prohibido encender el horno, usar la plancha o subir sola en ascensor. Nunca había tenido ningún pretendiente que se interesara por ella ni amigos con los que divertirse y pasar el tiempo libre. La gente no la entendía, o era ella la que no entendía a la gente, pero eso ya le daba igual.

Justo después de darle de comer a su madre, la estiraba de nuevo en la cama, y mientras la señora hacía la siesta ella aprovechaba para ver algún culebrón de la tele, aunque en muchas ocasiones no acababa de entender muy bien el argumento. La gente que salía hablaba muy rápido, era muy extravagante y tenía unas vidas muy complicadas, muy distintas a la suya.

A media tarde arreglaba a su madre, la colocaba en la silla de ruedas y salían a pasear por el barrio, dar una pequeña vuelta para pasar por la farmacia y saludar a alguna vecina de las de toda la vida. Así su madre estaba al día de las novedades del barrio y se distraía un poco. No estaban mucho rato, había que regresar a casa para preparar la cena e irse pronto a dormir y descansar. Para su madre dormir mucho y bien era muy importante.

Su vida había sido así, igual, día tras día en los últimos años que ella recordaba, sin cambios. Y cuando su madre falleció, la echó mucho de menos. No solo porque era todo en su vida y ahora no tenía a nadie a quien cuidar, sino porque se sentía algo más sola y su rutina había cambiado totalmente.

Ahora se levantaba, preparaba su desayuno, se duchaba, cogía un billete del sobre de su mesita de noche, donde guardaba su pensión y a la hora de siempre bajaba al supermercado. Luego subía a casa y mientras la chica que enviaba el ayuntamiento cada mañana le preparaba la comida, ella limpiaba el polvo, pasaba la escoba o tendía una lavadora. Después de comer, lavaba los platos y veía algún culebrón hasta que se hacía la hora de salir a la calle, ir a la farmacia, saludar a las conocidas de su madre, y luego regresar a casa para calentar la cena que la muchacha de la mañana le había preparado, e irse pronto a dormir. Dormir mucho y bien era lo más importante. Ya lo decía su madre.



4 comentaris:

  1. Hay vidas que son muy planas, luego se acaba la ración de vida que nos toca, y vemos qué poco de sí nos dio..

    Un abrazo

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    1. Observando estas vidas a veces nos da por pensar que queremos hacer de las nuestras! Tampoco nos dejan indiferentes! Un besote amiga!

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  2. Me gustan tus personajes, recien los descubro y he alucinado. Tiene algo de todos, una realidad que a veces se pierde en lo cotidiano. Quiza nunca vistos, quizá perdidos en un mundo del que todos hablamos y conocemos poco.

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    1. Gracias Gustab por tus bonitos comentarios! Soy observadora de lo cotidiano, y aunque para muchos pasa desapercibido, yo le encuentro cierto encanto! Saludos!

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